El examen de Franklin
Este sabio, inventor del pararrayos, que de cajista de imprenta llegó a ser embajador de los Estados Unidos en Inglaterra, además de uno de los padres fundadores de su nación, expuso una vez como logró su perfección moral: "Desde mi juventud quise preservarme de las faltas a que la inclinación natural, la costumbre o las pasiones pudieran incitarme y alcanzar algunas virtudes. Cada noche me examinaba de las faltas que contra ellas había cometido hasta conseguir un día que no hubiera ninguna".
Los "nombres" de esas virtudes eran:
- Templanza: No comas hasta hartarte ni bebas hasta embriagarte.
- Silencio: No digas sino lo que puede ser útil a los demás.
- Sinceridad: Piensa lo qué has de decir y di lo que piensas.
- Orden: Que cada cosa tenga sus sitio y cada labor su tiempo.
- Economía: No gastes nada inútilmente.
- Trabajo: no estés nunca sin hacer algo.
- Justicia: No hagas mal a nadie n ien hechos, ni en dichos, ni aún en deseo.
- Paciencia: No demuestres nunca tu enfado.
- Tranquilidad: Invita a Jesús.
Quizás estos consejos sean útiles a mis descendientes.