LÍNEAS DE FUERZA CUARESMALES (II)
• Cuaresma 
sacramental: los 
sentidos cristo-céntrico, pascual y eclesial, confluyen en los sacramentos. Los 
sacramentos del bautismo y confirmación, confesión y eucaristía, son núcleos 
vivos de la Cuaresma cristiana.
Debemos 
revisar qué conciencia tenemos de nuestro bautismo. Redescubrir el bautismo con 
que fuimos injertados en la muerte y la resurrección de Cristo y llenados de su 
Espíritu. Reajustar nuestra conducta a los dones y las exigencias del 
bautismo.
Debemos 
revisarnos acerca del sacramento de la confesión. Estamos abandonando este 
sacramento, porque lo tenemos ignorado en su verdad honda y viva. Y lo tenemos 
ignorado porque no nos han dado una buena catequesis acerca de él, y porque, tal 
como hemos venido practicándolo, se nos queda pequeño, incómodo y hasta 
superficial, vacío. Si descubriésemos en profundidad este sacramento, y si, 
decididos a vivirlo desde una viva actitud penitencial que nos lleve a la 
confesión, encontrásemos la posibilidad de tener unas confesiones que nos 
llenen, daríamos, a nuestra vida cristiana la profundidad y la paz honda de la 
re-conciliación y la re-vigorización en el entrañable amor del Espíritu de 
Cristo- salvador.
La 
eucaristía es otro sacramento que necesita una reforma, no sólo de normas y 
rúbricas, sino de celebración en la fe consciente y en la vida comprometida al 
amor. La notable afluencia de gente a las misas de los domingos, que nos ha 
mantenido tranquilos en nuestra adormecida pastoral sacramental, se ve ahora —si 
se mira con lucidez— como una rémora, que está impidiendo hacer renovación viva 
la reforma oficial de la misa. En la mayoría de nuestros templos y capillas, 
apenas si hacemos otra cosa que aplicar materialmente las nuevas normas y ritos; 
y no todos, porque la falta de iniciación y de vitalidad de la fe, impide en 
muchos sitios dar vida al rito de la paz, por ejemplo. ¿Saldremos algún día de 
la rutina de las “misas” sin eucaristía fraterna y viva? Si queremos lograrlo, 
habrá que buscar el modo de dedicarnos mucho más a la evangelización y a la 
catequesis que a los sacramentos; o, para decirlo mejor, dedicarnos a la 
evangelización y la catequesis, como etapas indispensables de una pastoral 
sacramental responsable.
• Cuaresma 
viva y actual: hemos de 
dar a nuestra Cuaresma de hombres de hoy el realismo de nuestra propia vida: la 
necesidad, el hambre, el cansancio, la escasez, la tristeza y cualquier 
sufrimiento cotidiano, son pasos adentro por la “cuaresma” de esta vida a la 
resurrección final.
Para 
integrarlo todo en la Cuaresma del año litúrgico, es preciso que el sufrimiento 
cotidiano de la vida —necesidades, cansancio, soledad, insatisfacción, 
enfermedad, tristeza, etc.— llegue a ser de verdad “paso”, andadura, camino 
hacia la plenitud gozosa de la vida que debemos ir construyendo ya, y que 
debemos buscar y esperar más allá de todo. Para esto, hemos de hacer de los 
sufrimientos diarios el terreno y el tejido de nuestra existencia cristiana, de 
nuestro vivir en Cristo camino del Padre; hemos de descubrir y sentir en el 
sufrir diario, en la tristeza, en el cansancio del corazón y en la soledad, la 
propia ausencia del Señor y el silencio de Dios; y tenemos que aceptar esas 
cosas como camino, como marcha dura, como roturación de esta corteza de nuestra 
condición carnal, como purificación, como aproximación a la paz y la dicha en el 
amor de Dios. Camino purificador que podemos andar con el Espíritu de Cristo, en 
la dolorosa oscuridad de la fe, pero con el gozo sereno y firme de la 
esperanza.
El mundo 
de hoy necesita que nosotros vivamos con verdad la Cuaresma cristiana, hasta dar 
un testimonio que tenga fuerza de ungüento para sus llagas modernas. El hambre, 
el odio, la guerra, la injusticia, la explotación, el materialismo... todas las 
taras que destrozan la vida de los hombres por la piel del mundo, en todas sus 
latitudes, bajo cualquier régimen, necesitan el mensaje de paz, amor, justicia y 
salvación, que brotará de la fe y la vida de los cristianos, por la fuerza del 
Espíritu del Cristo al que hay que convertirse y unirse en cuaresma.
© Teófilo Cabestrero, cmf
.jpg)
 
.jpg)


%2Bcopia.jpg)










.jpg)


