PEQUEÑOS GESTOS
A veces sentimos cierta amargura al percibir la forma tan inhumana en que se
comportan las personas. Al parecer, ya a nadie le importa nada de los demás.
Alexis Carrel, premio Nobel de medicina, expresó: “Hoy todos se encierran en su
egoísmo, lo mismo que el cangrejo en su caparazón, intentando como él devorar a
su vecino”. Eso hizo el labrador de la fábula.
Aprisionó el mal
tiempo a un labrador en su cuadra. No pudiendo salir para buscar comida, empezó
por devorar a sus carneros; luego, como el mal tiempo seguía, comió también las
cabras; y, como no paraba el temporal, acabó con sus propios bueyes. Viendo
entonces los perros lo que pasaba se dijeron entre ellos: —Larguémonos de aquí,
pues, si el amo ha sacrificado los bueyes que trabajan con él, ¿cómo nos
perdonará a nosotros? (Esopo).
El mal ha entrado en
el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor y búsqueda
desenfrenada del propio bienestar. Cada día puedes empezar a ser generoso en
gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la
alegría de dar y comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
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