AMOR DESINTERESADO
A veces caemos en la
tentación de creer que el amor es fácil. Mejor dicho, preferimos elegir ciertos
atajos en los que se puede confundir “amor” con “capricho” y “gratuidad” con el
“antojo”.
Amar suele exigir
pequeños riesgos y, a veces, grandes renuncias. Más por teoría, aunque no es
utopía, que por práctica sabemos que existe un amor clasificado en primera
división y que conlleva –desde una óptica cristiana- darlo si es preciso todo.
“No hay amor más
grande que éste: dar la vida por los amigos” (Jn 15,13)
En Auschwitz, el
régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad
tratándolos de manera inhumana e impersonal: como un número; Maximiliano Kolbe
(canonizado en 1982) le asignaron el 16670.
A pesar de todo,
durante su estancia en el campo de concentración nunca hizo quiebra su
generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la
dignidad de sus compañeros.
La noche del 3 de agosto
de 1941, un prisionero de la misma sección en la que estaba asignado Kolbe
escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros
al azar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento
Franciszek Gajowniczek, polaco como Kolbe, pero casado y con hijos.
Maximiliano, que no se
encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su
lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y Kolbe es condenado a morir
de hambre junto con los otros nueve prisioneros
Diez días después de
su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una
inyección letal el 14 de agosto de 1941
He querido pinchar
este testimonio para que ilumine todas y cada una de las pequeñas o grandes
acciones que podamos realizar, durante estas próximas horas, soldadas en un
objetivo: el prójimo.
Ponernos en el lugar
del otro, ciertamente, puede costar y no siempre es fácil. Pero las más de las
veces supone, a la corta o la larga, una gran satisfacción. “El amor, entre
otras cosas, es el único deporte que no necesita luz ni horas para hacernos
sentir una plenitud” (Noel Clarasó)
¿Estamos dispuestos a
sacrificar algo de nosotros mismos por los demás?
Buen día...y
¡cambiemos de número siempre que haga falta!
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