EL CARACOL VIEJO
En tu vida se van
dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene que te detengas, evalúes con
serenidad las ventajas, y tomes decisiones sabias y prudentes, porque ésa es la
forma normal de progresar. No caigas en el error de desechar todo cambio por
principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda novedad es mejor.
Una fábula para ilustrar el tema.
Un caracol viejo
se arrastraba con dificultad. Estirando los cuernos para buscar su camino, hacía
con el pescuezo grandes esfuerzos para llegar hasta una hoja de parra donde
pensaba almorzar. Más que todo, parecía causarle gran dolencia una abolladura,
cicatrizada pero ancha y profunda, que tenía en la cáscara. Unos caracolitos
que lo estaban mirando, le dijeron:
—Pero, padre caracol,
¿por qué no cambia usted su cáscara por una nueva? Le debe hacer sufrir mucho
esa abolladura que tiene.
—Hijitos –les
contestó–, esta abolladura es dolorosa, pero cambiar la cáscara sería peor, y
creo que me resultaría fatal. (G. Daireaux).
El buen marino de un
barco de velas, está siempre atento y obra con habilidad cuando percibe que se
levanta una brisa, aunque muy suave. Tú también permanece alerta y cuando surja
en tu interior un impulso a cambiar para bien, despliega al punto tus velas y
obra decididamente. Como decía san Agustín: “La gracia pasa y no vuelve”.
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