ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo, Padre
de los pobres, así te llama la Iglesia dando a entender con ello que Tú eres el
único tesoro de los pobres, que en este mundo no tienen nada, pero que
teniéndote a Ti, lo tienen todo.
Ojalá yo sea también
del número de los pobres de quien eres Padre, puesto que si tal vez tengo un
bienestar material, muchas veces me siento pobre de espíritu, porque no tengo
nada y no soy nada sin Ti, Espíritu de amor. Ven a encenderme el corazón con el
fuego de tu amor, y con tu soplo divino crea en mí una nueva criatura, capaz de
ofrecerse por la salvación de las almas.
Espíritu divino ven a
regalarme tus siete sagrados dones, que regalas a tus hijos, los pobres de
espíritu. Y junto con esos dones, tráeme también los bienes que necesite para
vivir con decoro la vida, haciendo el bien con las ayudas espirituales y
materiales que me prodigas, porque todos los tesoros del Cielo y de la tierra
están en tus manos, y en un instante Tú puedes enriquecer a los pobres, o
empobrecer a los ricos.
Que yo recuerde el
cántico de María, cuando Ella dice que Dios colmó de bienes a los hambrientos y
despidió a los ricos con las manos vacías. Que yo sea uno de esos hambrientos
de verdad, de amor, de riquezas, sobre todo espirituales, para que Tú, Espíritu
de Dios, me colmes con todo eso.
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