EL SILENCIO
“De vez en cuando y
por un lapso de toda una mañana o de una tarde entera, sumérgete en baños de
soledad y silencio. Es una disciplina excelente que fortalecerá tu espíritu y
te ayudará a encontrarte con tu ser más profundo y verdadero. No le temas a la
soledad. Aprende a amarla.
Callar de sí mismo, es
humildad.
Callar los defectos
ajenos, es caridad.
Callar las palabras
inútiles, es penitencia.
Callar a tiempo, es
prudencia.
Callar en el dolor, es
heroísmo.
Si practicas estas
máximas, serás feliz y harás felices a los demás.
Tampoco le temas al
silencio. El silencio vitalizará tu mente y tu sistema nervioso, y dotará de
solidez y fuerza expresiva a tus palabras. No es que la relación social sea
mala, ni indeseable la comunicación hablada, pero a veces nos enredamos
demasiado en la palabrería del mundo. Regálate tiempos de soledad y silencio”.
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