AMAR Y ACTUAR
Un
refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del
testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el
mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz.
Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos
de servicio, de humildad y generosidad. Cuenta Madre Teresa de Calcuta.
Un
hombre vino a nuestra “Casa del Moribundo” cuando acabábamos de traer a un
enfermo recogido en la calle. Seguramente lo habían sacado de una alcantarilla,
porque estaba cubierto de gusanos. Sin saberse observada, una hermana acudió a
atender al recién llegado. Aquel hombre se quedó mirando a la hermana:
con qué delicadeza lo trataba, lo lavaba, le sonreía… Aquel hombre, tras
observar el espectáculo sin perderse un detalle, se dirigió a mí para decirme:
—Vine aquí sin Dios, con el corazón lleno de odio… Ahora me voy lleno de
Dios. A través de las manos de esa hermana, a través de su ternura hacia
aquel pobre infeliz, he visto descender el amor de Dios a aquel hombre. Ahora
creo.
Los discursos resulta fácil componerlos y decirlos, pero es el testimonio lo que llega y lo que llena. Recoger a un mendigo y acariciarle supera ampliamente cualquier poema, cualquier escrito.
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