CALMAR LOS NERVIOS
1. Identifica qué te preocupa
Cuando el miedo se apodera de ti, el evento venidero
se transforma en una masa terrorífica difusa.
Es hora de ser objetivo. Pregúntate qué te estresa
exactamente:
¿Quedarte en blanco? ¿Que te hagan preguntas
difíciles? ¿Que alguien se ría?
Repasa mentalmente esos pequeños desastres. Te darás
cuenta de que parte de tus nervios se deben a las exageraciones en las que te
hace caer el miedo.
Quita importancia a eso que temes. Trivialízalo. Si
puedes, añádele algo de humor. Y trata de convencerte de que tú tienes “arte”
para salir airoso de cualquier inconveniente. ¿Acaso no lo has hecho otras
veces?
2. Practica
Está bien. Quizás no tengas todo el “arte” que te
gustaría. Entonces, ¿por qué no preparas el evento a conciencia? Por ejemplo:
Si es un examen, estudia más. Si es una entrevista, simula alguna. En otro
caso, haz un plan o simulacro con algún amigo.
Planea, lee, investiga, pide asesoramiento y entérate
de la experiencia de gente que haya pasado por la misma situación.
Cuanto mejor estudies y planees el caso, y cuanto más
te expongas, más preparado estarás para afrontar ese momento difícil.
3. Cuídate cuanto puedas
Quedan días para ese evento y prepararte para él hará
que lo afrontes mejor, pero servirá de muy poco si dejas de cuidar de ti.
La preparación sin energía no llega muy lejos. Así es
que no pases por alto tus horas de sueño y de comida. Haz ejercicio y también
incluye algún ratito de esparcimiento.
4. Ocúpate en otras cosas
Practica actividades que se relacionen poco con el
evento que te tiene de los nervios. También pueden servirte para desconectar.
5. Haz algo divertido
Dentro de esas actividades, que no falten aquéllas que
te hagan reír o, en general, que te hagan sentir muy bien.
Baila, pasea por la playa, visita a un amigo y
recordáis anécdotas divertidas, etc. Lo que se te ocurra. Así, hasta que llega
el “gran día”. ¿Se desbocarán los nervios? ¡Nada de eso!
6. Respira
Llega el día del evento… Hoy es el gran día. Una buena
manera de empezarlo es respirando tranquilamente. Tómate unos instantes para
respirar sin pensar en nada más. Si tienes la ocasión, medita, pasea o haz algo
de ejercicio.
Yo he comprobado que esto es muy útil. Porque
experimentas sensaciones de calma que puedes evocar en los momentos en los que
la tensión pretende apoderarse de ti. Si no sabes cómo llegar a ese estado de
calma, es más difícil controlar los nervios en las situaciones más tensas.
7. Arréglate para la ocasión
Elige un atuendo con el que te sientas cómodo, que te
siente bien y que sea apropiado para la situación.
En este punto, lo que más te ayudará es que te gustes
cuando te mires al espejo antes de salir de casa. Eso da un plus de confianza.
8. Tómate tiempo
Para respirar, ejercitarte, arreglarte, alimentarte y
desplazarte donde sea que tengas que ir. No llegues tarde. Eso te haría estar
más tenso. Al contrario, puedes llegar un poquito antes de la hora “H”, para
familiarizarte con el lugar (si no lo conoces).
9. Aprovecha los nervios
¿Sigues un poquito nervioso? Sientes ese cosquilleo
porque te enfrentas a algo que te importa. Es natural… Es más, estar algo
nervioso es positivo, ya que puedes sacarle provecho a esa adrenalina que corre
por tu cuerpo. Estás totalmente despierto, alerta, con tus cinco sentidos
aguzados.
No hablamos de nervios desbocados o un miedo
paralizante, sino una situación sobre la que tienes control.
10. Sé positivo
Dítelo a ti mismo: La situación está controlada.
¡Puedes hacerlo! Eres tú (tu aliado incondicional) quien tiene que inyectarte
algo de confianza. ¿No puedes?
Si, justo a la hora de la verdad, crees que el asunto
se te va de las manos, acude al viejo truco de ir al baño (o a cualquier lugar
donde puedas pasar a solas unos instantes).
Ve allí. Respira con calma. Y recuérdate que tú puedes
con esto.
Vuelve también a recordarte que es mucho peor lo que
imaginas que lo que puede suceder en realidad.
Bueno, así es en muchas ocasiones, ¿o no?
Una última recomendación, que hace la número 11: REZA
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