QUEMAR Y ADORAR
Clodoveo, rey de los francos, se preparaba un día para
una difícil batalla. Su esposa Clotilde, fervorosa cristiana, le dijo: “Si
quieres obtener la victoria, invoca al Dios de los cristianos”. En lo más duro
del combate, acosados los francos por todas partes, Clodoveo exclamó: “Oh
Cristo, a quien mi esposa invoca como hijo de Dios. Creo en ti. Si hoy me
salvas de mis adversarios, recibiré el bautismo y entraré a tu religión".
Desde ese momento su ejército se sobrepuso y venció a los agresores. El rey al
volver victorioso, dijo su esposa: "Clodoveo venció a sus enemigos, y tú
venciste a Clodoveo". San Remigio, obispo misionero, preparó y bautizó al
rey de los francos. En la celebración le dijo estas memorables palabras:
"Valiente guerrero: desde ahora quema lo que has adorado, y adora lo que
has quemado".
Clodoveo desde entonces comenzó a amar a Dios con todo
el corazón y con toda el alma. Esto le exigió cortar y quemar las malas
costumbres paganas y ser fiel al Señor. Ése es el culto de verdadera adoración
que también a ti te propone la Palabra de Dios. Ésta es la buena noticia: el Señor
nos invita a convertirnos y cambiar porque es misericordioso.
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