EL PADRENUESTRO
Por amor a Jesús que nos enseñó el Padrenuestro, éste
debe ser la primera entre todas tus oraciones predilectas. Si el mismo
Jesucristo ha querido dejarnos una fórmula para orar, es lógico que esa fórmula
—el Padrenuestro— tenga un lugar preferencial en tus devociones. Pero es
urgente meditarlo, venerarlo, profundizarlo y recrearlo. ¡Rescátalo de la rutina!
Sucede con el padrenuestro como con la casa donde
nacimos: que de tanto verla no la hemos visto nunca. Es parte de nuestra
retina, de nuestra sangre. Ya no nos dice nada. Como una moneda que, de tan
usada, ha perdido completamente su relieve. El rostro que representaba es ya
una superficie lisa imposible de adivinar. Así esta joya del Evangelio se ha
convertido en la oración rutinaria de los cristianos de hoy. Tendríamos que
rescatarla como quien descubre un continente o conquista en guerra una montaña.
Tendríamos que volver a sentirnos como aquellos apóstoles que un día feliz
oyeron de los labios de Jesús esas 58 palabras que son, en frase de Tertuliano,
resumen de todo el evangelio (Martín Descalzo).
¿Cómo meditarlo? Te sugiero buscar otros textos
bíblicos que iluminen cada frase. Por ej. Padre nuestro: “Como un padre siente
ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por sus fieles”. Otro:
Líbranos del mal: “El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha. El Señor
te guarda de todo mal. Él guarda tu alma”. Anímate a hacer algo.
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