VERANO DE VALIENTES
“Deprisa. Haz maleta, mete ropa, saca ropa, cierra maleta. No te olvides de la toalla, que no sabemos si habrá en el apartamento. ¿Has cogido los billetes? No nos va a dar tiempo, ¡de verdad!, siempre tarde a todos lados. Lleva crema de sol. Pero ¡hombre no!, protección 50, que con esto del cambio climático ya no te puedes fiar. ¿Hemos cerrado bien la puerta? ¿Todo en orden?” Y bla bla bla… ruido, ruido y más ruido. Pero un momento, ¿todo en orden? Sí, ya sé que la casa está bien cerrada y el perro tiene comida para los próximos 7 días. Pero, ¿y tú?, ¿todo en orden?
Parece que fue ayer, (y quién dice ayer dice hace menos de un mes) que empezaron las vacaciones. Véase , “por fin, vacaciones y bien merecidas, que ganas de descansar y desconectar de todo”, como la frase más oída y/o recitada en el último mes. Permitirme que me ría. ¿Desde cuándo descansamos en vacaciones? De arriba para abajo, de abajo para arriba, de un lado para otro. Y de repente, pluf, septiembre de nuevo, y ya empezamos con la cancioncilla de es que, ¡que cortas las vacaciones!… Es que no da tiempo a nada… es que, es que, es que….Y ya marcamos las vacaciones de Navidad como fuente de ánimos para sobrevivir, que no vivir, durante los próximos 4 meses. Pues menudo caos, de vida, de calendario y de todo, absolutamente de todo. No es la vida que merecemos.
Sobrevivimos todo el año para que llegue el verano, para descansar, y en vez de eso, nos estresamos más, y venga actividades, y venga viajes, y venga planes y venga fiestas. De nuevo ¿todo en orden? No, ¿no? Nos olvidamos siempre de un compañero de viaje bastante importante: nuestro yo. Sí, ese que no quieres escuchar, ese que llevas con el ronroneo todo el año porque sabes que tiene algo importante que decir, algo quizás de tu vida que quiere cambiar, ese TÚ, que sabe si vas o no vas por el buen camino. Pero es de valientes pararnos y escucharnos. Es irónico ¿verdad? Siempre dando consejos y escuchando consejos de los demás y tragándonos lo que nos dicen como quien oye hablar al más prestigioso consejo de sabios, sin embargo, no somos capaces de oírnos a nosotros mismos, que un poco, aunque parezca mentira, sí nos conocemos.
Y es que está claro que el que no oye es porque no le da la gana oír . Y encima, si nos excusamos con la falta de tiempo, pues la guinda del pastel. Adiós remordimiento, adiós culpabilidad. Porque evidentemente, no has parado este verano. Y ¡oye! Tú que tenías toda la intención del mundo de meditar este verano, de desconectar, de leer un buen libro, de escucharte, no has tenido tiempo. Cobardes. Somos todos una panda de cobardes. Tenemos miedo a la rutina, pero nos asusta aún más el cambio. Tenemos miedo a tomar decisiones, pero aún más a no mejorar. Tenemos miedo a ser felices, pero nos aterra el cómo conseguirlo. Porque es ir contracorriente. Y eso es de valientes, de valientes con gran corazón.
Es de valientes poner los valores de moda estemos en el siglo que estemos , es de valientes ser fiel a ti mismo, es de valientes escucharte y saber que lo bueno está bien, pero lo perfecto está aún mejor, es de valientes ver que tu vida no va por el buen camino y poner los medios para cambiarla. Y he dicho medios porque las palabras se las lleva el viento, y la acción más pequeña vale mil veces más que la intención más grande. Por eso es de valientes ponerse manos a la obra. Es de valientes ver, ver el mundo que nos rodea, es de valientes ver el sufrimiento a nuestro alrededor y no vivir engañados por ignorantes, porque ser ignorante es elección propia.
Por eso es de valientes vivir con los ojos bien abiertos, porque como decía la Madre Teresa: “Se puede encontrar Calcuta en todas partes, si tienes ojos para ver, y no solo para ver sino para mirar”. Es de valientes ser responsables, y cambiar nuestro pedacito de mundo. Es de valientes vivir con las manos abiertas a los demás, pero sobre todo, es de valientes escucharnos, porque si no eres tú el que caes en la cuenta de que puedes salvar el mundo, de que tu mundo está deseando que le ayudes, de que tienes que conocer para ayudar, de que tienes una responsabilidad para cambiar y de que tienes que ver para saber, nadie lo hará por ti. Por eso es de valientes parar y escucharnos, porque tú y solo tú sabes la gran y apasionante misión que tienes por delante.
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