VER Y CREER
El Evangelio de hoy nos muestra la escena de Tomás y su incredulidad ante Jesús. "Ver" y "Creer" son acciones fundamentales frente a Cristo resucitado. La exigencia de Tomás tiene en Juan la función de crear las premisas para la enseñanza que Jesús dirigirá a toda la Iglesia. Recuerda también que, frente a los no fáciles signos de la presencia de Dios en la historia, hay que saber atender y ponerse al acecho de ella sin rechazarla. Jesús se revela siempre, más pronto o más tarde, y a cada uno según su propia manera de ser. Para todos cabe la posibilidad de acercarse al misterio y a Cristo revelador, con tal que se abran y se muestren dispuestos.
¿Qué añade de novedoso este texto respecto a escenas anteriores? Juan pretende mostrar como Jesucristo resucitado conduce a los discípulos y a los futuros creyentes a la madurez de la fe: creer sin ver, basándose únicamente en el anuncio de los primeros testigos. Las palabras de Jesús son una clara invitación a crecer en la fe superando la etapa de lo sensible para entrar en la visión de la fe. Hay que despojarse de lo superfluo y de la pretensión de ver para realizar una verdadera experiencia de Cristo glorioso. Juan no nos dice si el apóstol respondió a la invitación del Maestro de tocarlo y de poner las manos sobre las cicatrices. Basta el encuentro con Jesús y su presencia para hacer que Tomás llegue a la profesión de fe, después de haber hecho un cambio radical en su vida con estas palabras: ¡Señor mío y Dios mío! Estamos frente a una confesión de fe explícita y directa en divinidad de Jesucristo, la más elevada de todo el Evangelio. El signo que conduce a la fe no es la visión directa, sino el testimonio. Somos creyentes porque superando dudas y pretensiones de ver, aceptamos el testimonio autorizado de los que han visto.
Extraído de Centro San Camilo
Extraído de Centro San Camilo
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