EVANGELIO
En la lectura evangélica de hoy, narrada por Lucas 14:25-33, los
ejemplos que emplea Jesús son muy diferentes, pero su enseñanza es la misma: el
que emprende un proyecto importante de manera temeraria, sin examinar antes si
tiene medios y fuerzas para lograr lo que pretende, corre el riesgo de terminar
fracasando.
Ningún
labrador se pone a construir una torre para proteger sus viñas, sin tomarse
antes un tiempo para calcular si podrá concluirla con éxito, no sea que la obra
quede inacabada, provocando las burlas de los vecinos. Ningún rey se decide a
entrar en combate con un adversario poderoso, sin antes analizar si aquella
batalla puede terminar en victoria o será un suicidio.
A
primera vista, puede parecer que Jesús está invitando a un comportamiento
prudente y precavido, muy alejado de la audacia con que habla de ordinario a
los suyos. Nada más lejos de la realidad. La misión que quiere encomendar a los
suyos es tan importante que nadie ha de comprometerse en ella de forma
inconsciente, temeraria o presuntuosa.
Su
advertencia cobra gran actualidad en estos momentos críticos y decisivos para
el futuro de nuestra fe. Jesús llama, antes que nada, a la reflexión madura:
los dos protagonistas de las parábolas «se sientan» a reflexionar. Sería
una grave irresponsabilidad vivir hoy como discípulos de Jesús, que no saben lo
que quieren, ni a dónde pretenden llegar, ni con qué medios han de trabajar
¿Cuándo
nos vamos a sentar para aunar fuerzas, reflexionar juntos y buscar entre todos
el camino que hemos de seguir? ¿No necesitamos dedicar más tiempo, más escucha
del evangelio y más meditación para descubrir llamadas, despertar carismas y
cultivar un estilo renovado de seguimiento a Jesús?
Jesús
llama también al realismo. Estamos viviendo un cambio sociocultural sin
precedentes. ¿Es posible contagiar la fe en este mundo nuevo que está naciendo,
sin conocerlo bien y sin comprenderlo desde dentro? ¿Es posible facilitar el
acceso al Evangelio ignorando el pensamiento, los sentimientos y el lenguaje de
los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿No es un error responder a los retos
de hoy con estrategias de ayer?
Sería
una temeridad en estos momentos actuar de manera inconsciente y ciega. Nos
expondríamos al fracaso, la frustración y hasta el ridículo. Según la parábola,
la "torre inacabada" no hace
sino provocar las burlas de la gente hacia su constructor. No hemos de olvidar
el lenguaje realista y humilde de Jesús que invita a sus discípulos a ser
"fermento" en medio del pueblo o puñado de "sal" que pone
sabor nuevo a la vida de las gentes.
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