EL ÁNGEL VENDEDOR
Hoy ofrecemos hoy una
hermosa parábola moderna que ilustra una verdad de gran trascendencia para la
vida. Te aclarará lo que Dios espera de ti. Lo que logra la oración y lo que no
puedes esperar con los brazos cruzados.
Anoche tuve un sueño
raro. En la plaza mayor de la ciudad habían abierto un negocio nuevo. El cartel
decía: "Regalos de Dios". Entré: un Ángel atendía a los clientes. Yo,
asombrado, le pregunté: —¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor? —Ofrezco
cualquier don de Dios. —¿Cobras muy caro? —No, los dones de Dios son gratis.
Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe,
bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran
necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al Ángel: —Dame, por
favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un
frasco de fe y una caja de salvación. Mucho me sorprendí cuando observé que el
Ángel, de todo lo que yo le había pedido, me había hecho un solo paquete; y el
paquete allí estaba en el mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de
mi corazón. —¿Será posible, esto es todo? —pregunté. El Ángel me explicó: —Es
todo, Dios nunca da frutos maduros; él sólo da pequeñas semillas, que cada uno
debe cultivar.
Queridos amigos/as, Dios
te ayudará con sus gracias, pero te dejará un buen margen de acción para que
colabores con él. No te anula, sino que te invita a poner toda tu buena
voluntad con la libertad de un hijo de Dios, “creado a su imagen y semejanza”.
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