LA SINCERIDAD
La sinceridad es una
virtud exigente, ya que puedes faltar a la verdad de distintas y sutiles
maneras. Por ejemplo, con la simulación, que es mentir con los hechos, o con la
hipocresía pasando por lo que no se es, o con jactancias atribuyéndose uno
excelencias que no posee, o con adulaciones cuando se engaña para sacar algún
provecho de los otros.
En la vida de San
Epifanio, se cuenta que unos mendigos quisieron engañar al Santo para sacarle
una buena limosna. Con tal finalidad idearon una escena patética en la que uno hacía
de muerto y otro, profundamente apenado y llorando, pedía dinero para su
mortaja y entierro. El Santo, compadecido de tantas lágrimas, hizo oración por
el muerto y entregó al vivo una buena limosna. Pero, sucedió que después el
muerto no despertaba, a pesar de los sacudones y gritos del compañero... Éste,
presa de pánico, corrió entonces presuroso a buscar al Santo y, no con lágrimas
fingidas, le confesó toda la verdad, rogándole volviera a resucitarlo. Pero el
Santo le dijo: —Las burlas con Dios no valen. Vete y entiérralo, que es eso lo
que se saca con la mentira.
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