EL CIERVO Y EL LEÓN
Si quieres triunfar en
la vida, aprende a capitalizar tus fracasos. El éxito llegará a tu puerta
cuando sepas afrontar las inevitables contrariedades de cada día. Cada
frustración, cada descalabro, cada desilusión, lleva consigo el germen de una
infinidad de capacidades con las que personas pacientes y decididas han
construido lo mejor de sus vidas.
Agobiado por la sed, llegó
un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al
contemplar su hermosa cornamenta, se puso orgulloso, pero quedó desilusionado
por sus piernas débiles y finas. Mientras pensaba así, apareció un león que
comenzó a perseguirlo. Echó a correr y le ganó una gran distancia, pues la
ventaja de los ciervos está en sus piernas y la del león en su fuerza.
En la llanura el
ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus
cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo escapar, fue atrapado por el
león. A punto de morir, exclamó para sí mismo: —¡Desdichado! Mis pies, que me
molestaban, eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía todo mi
orgullo, son los que ahora me pierden.
Busca siempre la faz
luminosa y positiva de todos los obstáculos y reveses que te presente cada día.
No olvides que puedes desarrollar la escondida sabiduría de convertir un menos
en más, un fracaso en victoria y una cruz en resurrección y vida.
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