CARTA DE UNA MADRE A SU HIJO
Querido hijo: Te escribo estas letras para que sepas que estoy viva. Estoy escribiendo despacio porque sé que tú no eres de leer deprisa. Si no recibes la carta, me lo dices y te la mando otra vez. Ya te mandé la chaqueta, pero te digo que tu tío Pepe dijo que si la mandábamos con botones pesaría mucho, y el envío sería muy caro, así que se los quitamos y se los metimos en los bolsillos de dentro. El otro día explotó la cocina del gas y tu padre y yo salimos disparados por el aire y caímos fuera de la casa. ¡Qué emoción! Era la primera vez que tu padre y yo salíamos juntos de casa hacía años. Vino el médico y me puso un tubo de cristal en la boca y me dijo que no podía hablar en diez minutos. Tu padre quería comprarle el tubo.
Perdona la mala letra y las faltas de ortografía; es que yo me canso de escribirte y ahora le estoy dictando a tu padre, y ya sabes lo burro que es. Y hablando de tu padre, ¡qué orgulloso está! Te cuento que ahora tiene un buen trabajo, tiene 500 personas por debajo de él: es el encargado del cementerio.
El otro día leyó en el periódico que, según las encuestas, la mayoría de los accidentes ocurren a un kilómetro de casa, así que nos mudamos más lejos. No vas a reconocer la casa; el sitio es maravilloso y hasta tengo lavadora, aunque no estoy segura de que funcione. Ayer metí la ropa, tiré de la cadena y desde ese momento no la volví a ver.
Tu hermano Juanchu sigue tan despistado como siempre. Ahora el que nos tiene preocupados es tu perro, el Puski; está empeñado en correr detrás de los coches que están parados.
Bueno, hijo, no te pongo dirección a la carta porque no la sé. La gente que vivió aquí antes de nosotros, se llevó los números para no tener que cambiar de domicilio. Si ves a doña Remedios, salúdala de mi parte, y si no la ves, no le digas nada.
Un abrazo. Te quiere mucho. Tu madre.
Marcelina
P.D. Iba a mandarte 100 euros, pero ya he cerrado el sobre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario