LOS QUE DICEN “PERO”….
¿Qué es este Reino tuyo, Señor?
Para entrar en él… ¿hemos de arrancarnos el corazón
y meterlo debajo de un zapato o sembrarlo en un erial?
En tu Reino no cabe la venganza
ni la distinción de pueblos;
no cabe la comodidad,
ni la familia
ni aun la muerte del más amado.
¿Qué traes tú, que tanto exiges?
Si vamos contigo en el camino,
¿hemos de perdonar aun cuando nos desechen
y nos cierren la puerta?
¿Hemos de asumir la fragilidad, lo provisional, la precariedad?
¿Hemos de mirar solo adelante,
sin que tiemble nuestra mano en el arado
ni busquen nuestros ojos
a aquellos que un día llenaron nuestra vida?
¿Hemos de aprender a desnudarnos
sin que sangren los pies ni duelan las manos
ni sienta la piel el escalofrío de la soledad?
¡Qué difícil es seguirte, Señor,
porque al abrirnos la puerta inmensa del amor
cierras nuestras puertas pequeñitas,
donde nos sentimos bien y nos creemos a salvo!
¡Qué difícil es tu camino, Señor,
porque al llamarnos a la tarea de la libertad
haces que nos duelan más las huellas de nuestras viejas cadenas,
de nuestras costumbres
que nos alejan de ti y de los hombres!
No quiero, Señor,
sentarme al borde del camino y verte pasar,
alejándote.
Pero… ¡¡son tan difíciles a veces tus palabras!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario