EL BUEY Y EL MOSQUITO
La gente tiene a menudo una imagen inflada de sí
mismo: desea con ardor que los resultados de su actuación estén a la altura de
la efigie que tienen de su persona. Y, como es raro que se dé esa adecuación,
la gente reacciona entre frustrada y resentida. Estamos al borde de la locura,
metidos en la neblina de la alucinación (Larrañaga).
En el cuerno de un buey se posó un mosquito. Luego de
permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba
de que por fin se marchase. El buey le respondió: —Ni supe que habías venido,
ni lo notaré cuando te vayas. Esopo.
Según santo Tomás de Aquino, Cristo nos recomendó por
encima de todo la humildad, por esta razón: porque con ella se anula el
principal impedimento para nuestra santificación. Todas las demás virtudes
derivan de ella su valor. Sólo a ella le concede Dios sus gracias, y las retira
cuando ella desaparece.
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