LAS BIENAVENTURANZAS
Ser feliz es una actitud.
Todos, más o menos, conocemos las bienaventuranzas, esas palabras tan hermosas que Jesús pronunció en el Sermón de la Montaña, pero quizá no conocemos las Bienaventuranzas del siglo XXI:
- Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse.
- Felices los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque evitarán muchos inconvenientes.
- Felices los que saben dormir y descansar sin buscar excusas, porque llegarán a ser sabios.
- Felices los que saben escuchar y callar, porque aprenderán cosas nuevas.
- Felices los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio, porque serán apreciados por quienes los rodean.
- Felices los que están atentos a las necesidades de los demás sin sentirse indispensables, porque serán portadores de alegría.
- Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas y tranquilidad las cosas grandes, porque irán lejos en la vida.
- Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, porque su camino estará lleno de sol.
- Felices los que piensan antes de actuar y rezar antes de pensar, porque no se turbarán en lo imprevisible.
- Felices los que saben callar y quizá sonreír cuando se les quita la palabra, se les contradice o cuando les pisan los pies, porque el amor comienza a penetrar en su corazón.
- Felices los que son capaces de interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, porque conocen el valor de la caridad.
- Felices los que saben reconocer al Señor en todo lo que encuentran, porque habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.
Si se tiene fe en Dios, se asume el compromiso de ser cada día mejor, más humilde, más justo, y se podrán cumplir los compromisos adquiridos. El nos apoyará y nunca se estará solo y seremos felices en esta tierra y lo que es mejor, en la vida eterna.
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