INDULGENCIA
Para amar de verdad es
preciso vivir ciertas actitudes en la realidad cotidiana, como compasión,
comprensión, paciencia, indulgencia. ¿Qué es la indulgencia? “Facilidad en
perdonar las culpas ajenas”, según el diccionario. El verdadero amor perdona
una y otra vez las debilidades del prójimo, como le respondió Jesús a Pedro:
“No siete, sino setenta veces siete”.
¡Qué fácilmente
creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman, que no nos
quieren! Basta ver el rostro de un amigo un poco más sombrío que de costumbre
para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. O bien uno ha dicho a la
ligera una palabra que nos ha disgustado, acaso un imprudente nos recordó
palabras proferidas contra nosotros, y de todas estas tonterías hacemos una
montaña. Como triste consecuencia queda una amistad turbada y quizás perdida
por pequeñeces… Sé indulgente, no conserves ningún resentimiento por las
palabras inconsideradas que se han dicho contra ti; excusa los descuidos, las
ligerezas de las cuales eres víctima, en fin, muestra siempre un semblante
amable. Así estarás en paz con tu prójimo y vivirás la caridad cristiana, que
es imposible practicar sin ser indulgente a cada instante.
Todos tenemos
dificultades para ser indulgentes. Pero el Señor nos lo pide en el evangelio y
dio ejemplo de perdón magnánimo en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen”. Sabemos que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Abrámonos al amor divino
para que actúe en nuestro corazón.
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