EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

domingo, 18 de agosto de 2013

HOY...

EL EVANGELIO 


El evangelio no es un calmante que nos ayuda a conciliar el sueño en las noches en que nos asaltan las preocupaciones. Tampoco es un seguro contra los accidentes o las desgracias. El mensaje de Jesús no nos libra de la enfermedad ni de la muerte natural. Nunca deberíamos pretender utilizarlo como un tranquilizante.
Según San Ambrosio, puede resultar dura la narración que hoy se proclama (Lc 12,49-53), Jesús es consciente de que su mensaje no dejará indiferentes a sus oyentes. Sabe que desencadenará inquietud en las personas y graves divisiones en el seno de las familias. Hasta los hijos se enfrentarán a sus padres, aparentemente por causa de la fe.
Evidentemente, Jesús estima la familia humana. El texto no revela la intención de dividirla, sino que nos da cuenta de lo que efectivamente sucedió en las primeras comunidades. Y de lo que habría de suceder a lo largo de los siglos. Muchos cristianos han sido denunciados por sus mismos familiares.

También hoy las familias se encuentran divididas por el "fundamentalismo" de los miembros que se han pasado a otro grupo religioso. O por los familiares que se burlan de los que tratan de mantener la fe. O por los jóvenes que buscan su afirmación personal renegando de la fe de sus padres. Claro que, según San Ambrosio, también cabe lo contrario: que los hijos que siguen a Cristo saquen ventaja a sus padres paganos o paganizados.
Préndeme, Señor, con tu Fuego
 
He venido a prender fuego:
el mío es el fuego de la verdad,
el amor que quema y cura.
Pasaréis por un bautismo de fuego
que os purificará,
que os abrasará las entrañas.
A eso he venido, a eso os envío:
a saltar la hoguera,
a caminar sobre ascuas,
a prender fuego.
 
He venido a prender fuego:
mi Palabra es fuego abrasador,
llamarada incontenible,
es antorcha en lo alto y lumbre interior;
rayo, volcán, horno y brasero.
A eso he venido, a eso os envío:
a elevar la temperatura humana,
a dar calor al mundo,
a cauterizar heridas,
a reavivar los recoldos,
a prender fuego. 
Joaquín Suárez
 
Préndenos, Señor, con tu fuego.

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