EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

HOY PENSAMOS EN...

LOS PRECURSORES


Adviento es la época en que la Iglesia nos prepara, de modo particular, para la venida del Señor. Y en esta preparación, que supone un tiempo de mayor introspección, de debe también convertir en una serie de preguntas al modo en que nos acercamos a la Navidad. Sería muy importante que todos nos atrevamos a cuestionarnos el modo en que cada hoy vive y prepara esta manifestación de Dios. Podríamos preguntarnos en primer lugar, ¿cómo me llega  a mí esta manifestación?, y la segunda pregunta más importante, ¿cómo me convierto en transmisor de esta manifestación divina?. Porque, no se nos olvide, a todos a y cada uno nos corresponde ser precursores del Señor. 
En el Evangelio de San Lucas nos narra un pasaje en el cual Jesucristo cura un paralítico. Un hombre sin esperanzas, atado a una camilla sin remisión. En cierto modo, este paralítico refleja a todos los seres humanos. Porque todos, de una otra forma, tenemos esa parálisis; de un modo u otro estamos atados a nuestra existencia. Todos tenemos algo por lo que nuestra vida no acaba de funcionar.
Normalmente el camino del Señor no se prepara solo. Los caminos de Dios necesitan precursores y nosotros somos esos precursores. Tenemos que poseer el corazón de precursor, que primero acepte la misión y en segundo lugar pone todos los medios necesarios para que la misión se realice; porque de nada sirven los títulos sin no los hacemos vida, si no bajamos a la práctica, si no los ponemos en movimiento. De nada sirven las palabras si no las bajamos a los hechos.
Hay demasiada gente en el mundo que solo vive de palabras, viven de la importancia de hacer tal  o cual cosa,  pero sin atreverse a realizarlas. y esto también nos ocurre a nosotros, que no sabemos que más decir, y como precursores tenemos que preparar el camino.
Ser precursores no es solo hablar, ser precursores reclama, en primer lugar, que Cristo pase por nuestra vida. Por tanto, preguntémonos con toda sinceridad: ¿De qué modo soy precursor? ¿Estoy permitiendo que el Señor pase a través de mí hacia los hombres? ¿Estoy permitiendo, por mi modo de vida, que los hombres lleguen a Dios?
Estos es el Adviento, no son figuritas, ni adornos, no flores, ni árboles de Navidad, ni dulces. El Adviento es hacer posible que Dios llegue a nuestra casa y, como precursores, poder ayudar  a los demás para que se preparen a que llegue a la suya.

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