EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

sábado, 26 de abril de 2014

HOY...MEDITAMOS

QUERERNOS A NOSOTROS MISMOS


En este mundo tan moderno, tan tecnológico, tan sofisticado, tan "conectado", hay una enfermedad que avanza sin que nada parezca detenerla: la depresión. Y con ella sus efectos colaterales, tristeza, baja autoestima, desilusión,... y se está dando desde edades muy tempranas. Por eso,  los que saben de esto aconsejan una vacuna con efectos muy saludables; la aceptación de uno mismo tal y como es. Sobre esta materia se han escrito y se escriben cientos de artículos y libros y se aborda en  cualquier escuela de psicología. Lo que es bueno es bajar al barro de las cosas y sanear un poco las ideas.
Es incuestionable que uno se trata a si mismo influenciado, en buena manera, en como hemos sido tratados por nuestros padres. Ahora que por el ritmo frenético de vida que llevamos la relación padres-hijos se vuelve muy complicada el problema surge con gran fuerza. Del modo en que hemos sido tratados por nuestro entorno más próximo: padres, educadores, familia, escuela, amigos, surgirá en gran medida nuestro autovalor personal. Los especialistas dicen claramente que tener una autoestima sana pasa por aceptarnos a nosotros mismos y a los demás. La percepción de ser o no competente para realizar tareas y retos, pesa y mucho en nuestra personalidad. Quién cubre sus expectativas, ha cumplido metas y se siente querido, tiene un crecimiento con una sana autoestima.
Porque hay dos clases de autoestima: sana e insana. Tanto los que tienen un bajo concepto de sí mismo, como aquellos que tienen una idea artificialmente alta de lo mismo, corren el peligro de que su personalidad derive en un desajuste, trastorno o depresión. Por tanto, el problema  está en algo "de cajón", hay que "educar bien", en especial desde la más tierna infancia. Hay que hacerse  esta pregunta: "¿quién soy y qué debo hacer?", y no es un pregunta cualquiera, ya E. Kant la hacía.  Guiar a las personas hacia un objetivo ya definido, que según la idea  ni más ni menos  de  S. Freud,  no es otra que "amar y trabajar". Esto, a los cristianos debe sonarnos de algo.  Para lograrlo sedan una serie de pautas que se pueden seguir:
- Aceptarse a uno mismo y al otro, incondicionalmente, pero sin ser permisivo o demasiado tolerante.
- Un gran espíritu de superación, sin obsesionarse con lograr continuos éxitos, ni ser siempre el primero, no hace falta.
- Saber superar problemas, reaccionado con equilibrio a los fracasos o reveses, que son inevitables.
- En los grupos, aceptar a los demás y el rol de uno mismo dentro de él.  La autoestima depende tanto de nuestros logros, como de nuestras aspiraciones y deseos (William James)
- A los niños, amarlos y estimularlos y resolver problemas relacionados con su edad. El niño necesita referentes y límites. Existen sus derechos y los derechos de los demás y también sus deberes. Si no se educa así, la columna vertebral de su psicología se desviará.
Una sana autovaloración y aceptación será siempre una buena vacuna contra la depresión u otros trastornos de la personalidad.

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