UN VIAJE A COREA
En Seúl ya sabían que llegaba a su tierra un líder espiritual
popular, conocido por su humildad, su amor por los pobres y su mensaje en favor
de una economía que no excluya y de una cultura del diálogo y del encuentro.
Pero lo que logró Francisco en sus cinco días en Corea del Sur superó todos los
pronósticos.
"El Papa es la persona más popular de Corea. Si antes
hablábamos de «efecto Francisco», ahora hablamos de «síndrome Francisco». Todo
el mundo lo ama", dice a la nación Ko Jung Ae, periodista del diario
JoongAng Ilbo.
Jorge Bergoglio conquistó a los coreanos porque predica con el
ejemplo. Si de entrada cautivó que quisiera moverse con un modesto vehículo KIA
Soul en un país que se caracteriza por la pasión por las grandes marcas de lujo
y el consumismo desenfrenado, luego también impactó su actitud de cercanía,
consuelo y comprensión con parientes y sobrevivientes de la tragedia del ferry
Sewol. A diferencia de la presidenta, Park Geun-hye, se reunió más de una vez
con ellos. Sin que nadie lo obligara, se puso en su sotana blanca la cinta
amarilla que simboliza su protesta y hasta bautizó al padre de una de las
víctimas que le hizo ese pedido, que por supuesto eligió llamarse
"Francisco".
Los periodistas coreanos preguntaban y no terminaban de entender
ese querer estar del lado de los manifestantes de Sewol, de estar del lado de
los que sufren. Había que explicarles que no es una novedad, que también siendo
arzobispo de Buenos Aires lo hacía. Y darles como ejemplo su actitud después de
tragedias como la de Cromagnon o la de Once.
"Para nosotros, el Papa no fue sólo la noticia principal de
estos días, sino que fue la noticia del año", dijo Ko. "Porque este
año para nosotros fue atroz: no fue sólo el ferry, también nos ha devastado el
suicidio de 10 conscriptos en pocos meses... Un colega me comentaba que el Papa
fue como un rayo de sol en medio de la oscuridad", agregó esta periodista.
"Yo nunca había visto a un hombre de entre 40 o 50 años sonreír. Los
hombres coreanos están acostumbrados a no mostrar sus sentimientos, es parte de
su educación. Pero viéndolos mirar al Papa por televisión, por primera vez vi
que sonreían", subrayó.
El Papa que abraza, sonríe, se deja hacer ‘selfies’, besa
y juguetea con bebes y acaricia a enfermos, en efecto, también conquistó por su
normalidad, por su rechazo a querer ser tratado como un emperador, un príncipe
o un rey. En todos los diarios coreanos fue noticia del día que cuando visitó
un centro de discapacitados, rechazó sentarse en el trono que le habían
preparado. Prefirió quedarse de pie. O causó impresión que, luego de haber
bautizado al padre de una víctima, quisiera saludar, uno por uno, a los 40
policías motorizados que lo escoltaron durante su gira. Les agradeció su
servicio, dejó que se sacaran fotos con él, sonriente y les regaló el rosario a
tres de ellos que eran católicos. Porque el "síndrome Francisco"
irrumpió en un país donde el catolicismo es minoritario (sólo el 10%), al igual
que en el resto del Asia.
El éxito de Francisco, que fustigó a modelos económicos
inhumanos, terminó siendo un búmeran para la presidenta Park -que esperaba
sacarle rédito político a esta visita- y para la clase dirigente y empresarial
de este país y de todo un continente que crece con enormes desigualdades
sociales. "Ahora los coreanos se preguntan: ¿por qué nuestros líderes
políticos no son cómo él?", dice Park Sun Jin, periodista de la agencia
Yonhap.
Al hablarles a jóvenes y obispos de 27 países que participaban
de la Jornada de la Juventud Asiática en Daejon, uno de los grandes objetivos
de este viaje, Francisco también se anotó puntos. Y le envió un mensaje
contundente en favor del diálogo y de la apertura a Asia, para la Iglesia
tierra de misión y objetivo prioritario de evangelización del tercer milenio.
Asia es una prioridad para Francisco, que de joven soñaba ser misionero en este
continente, pero una pulmonía grave se lo impidió. En enero volverá a viajar a
esta parte del mundo, cuando visite Sri Lanka y Filipinas.
Como recordó el cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay,
presidente de la Confederación Episcopal de Asia y miembro del consejo
consultor de cardenales del Papa, en Asia vive el 60% de la población mundial.
"Es un continente joven, donde la mayoría es joven, que por lo tanto es,
de muchas formas, central para el futuro del mundo y el futuro de la
Iglesia", dijo.
Más allá de la
"geopolítica del encuentro", Francisco demostró estar en un estado de
salud muy bueno. Pese a una agenda que dejó destruidos a los periodistas y que
incluyó todos los días traslados en helicóptero o tren a otras ciudades,
siempre ostentó gran energía. Y cuando Federico Lombardi, vocero de la Santa
Sede, le hizo un comentario al respecto, él le contestó: "Es el estado de
gracia".
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