EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

domingo, 5 de octubre de 2014

HOY...

LA PIEDRA ANGULAR




Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,33-43):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» 
Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» 
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.»

La Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, recibe la piedra angular de su construcción de l Padre. Esta piedra es Cristo, muerto y resucitado, el que fue despreciado, expulsado de la viña y al que los labradores de la parábola le dieron muerte. La Iglesia recibe de Cristo la piedra que sostiene la vida, su alegría y amor. La Iglesia radiante, llena de color y luz, sabe que es parte de la construcción del Reino. Una Iglesia pobre, de estructuras sencillas y bombeando vitalidad, sabedora de Quién es el que la sostiene. Si Jesús no sostiene la construcción, todo se derrumbaría. Todo nos ha sido dado para que nosotros no demos más que Amor. Releamos la parábola y fijémonos en cómo es nuestra actitud con el dueño, con su hija y con al viña.

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