EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

miércoles, 7 de enero de 2015

HOY...

LA VOCACIÓN DEL LAICO


El laico comprometido es aquel que sigue a Jesús incondicionalmente en medio de los avatares del mundo. Laico es aquel fiel cristiano que ha optado por seguir a Cristo desde sus ocupaciones y condiciones ordinarias de la vida familiar y social, ejerciendo su apostolado en medio del mundo a la manera de fermento.  "Id también vosotros a mi viña" (Mt. 20,4)

El fundamento de toda vocación son los sacramentos de la iniciación cristiana: el bautismo, la confirmación y la eucaristía. Con ellos tres, la persona inicia un camino determinado por la opción fundamental de seguir a Jesucristo; queda incorporado a Cristo y es miembro de la Iglesia; participa, de este modo, en la triple función sacerdotal-profética-real de Cristo. El Espíritu infundirá, además, en los laicos sus dones, para que desempeñen con fidelidad la tarea que les ha sido encomendada en la Iglesia y en el mundo.

Los laicos, pues, están llamados por Dios para que, desempeñando su propia profesión, guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo desde dentro. Es lo que se conoce con el concepto genérico de secularizad. Es propio del laico animar y ordenar las realidades temporales, para que se hagan continuamente según Cristo. Por ello si misión, como parte activa en la vida de la Iglesia, se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.

La vocación laical es tan importante que, sin ella, la Iglesia perdería su dimensión fundamental: el ser-para-el-mundo, el ser misionera. Dios envió al mundo a su único Hijo, para anunciar la salvación a todos. Y el Hijo envía constantemente a la Iglesia para que anuncie el Reino de Dios, instaurando ya los valores evangélicos en el mundo presente. Por ello, todas las vocaciones tienen una relación esencial con el mundo actual en el que viven.

Y, además, la vocación laical significa, con toda su fuerza, esa dimensión secular de la Iglesia: enviados al mundo para hacer de él, a imagen de Dios creados, un cielo y una tierra nuevos. Son también signo de Cristo, que tomó nuestra condición humana y se implicó totalmente en la vida de los hombres, en las realidades del mundo.

Decálogo del laico comprometido:

I. Ser luz y sal de Jesucristo en el mundo.
II. La Palabra de Dios y sus sacramentos sean para ti un instrumento de comunión entre las personas.
III. La Cortesía, la rectitud y la prudencia te ayuden a superar y enfrentar las vicisitudes de esta vida.
IV. Sé caritativo y ayuda a tu prójimo, sobre todo cuando más lo necesite.
V. Que tu ser no sea instrumento ni ocasión de pecado, ni de expresión de dominio, ni poder.
VI. Convence con caridad a los jóvenes y a los que ya no lo son, cuando quieras librarlos de algún peligro, siempre velando por su salvación.
VII. Está atento a brindar apoyo a las familias o comunidades que hayan sido víctimas o sufrido algún abuso.
VIII. Reúne a quienes estén enemistados, buscando el momento oportuno, para que puedan vivir la experiencia liberadora del perdón.
IX. Cuida del más débil en toda circunstancia.

X. Siéntete tú mismo responsable de tu hermano.

1 comentario:

  1. Los ENS somos matrimonios en el mundo para que este vea que que se puede vivir juntos y felices, que merece la pena confiar en Dios. H y MN

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