Detrás
de una moneda…
El
egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás
encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu
propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará
tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido
para ti, porque la vida sin amor no vale nada.
Conversaba
un hombre rico y alejado de la fe con un sacerdote, que no era otro que el
futuro Cardenal Newman, ya convertido del anglicanismo a Roma. El rico se
ufanaba de sus riquezas y de su indiferencia religiosa. Newman tomó una hoja de
papel y escribió: «Dios».
—¿Ve
lo que he escrito en la hoja? El avaro contestó afirmativamente. Entonces el
sacerdote tomó una moneda de oro, la acomodó sobre la palabra escrita y
preguntó de nuevo:
—¿Ve
usted ahora lo que he escrito hace un momento?
—No,
ahora sólo veo el dinero.
—En
efecto, la riqueza ciega, impide ver a Dios, ¿no le parece?
La
Cuaresma es un regalo anual de Dios que anhela verte caminar en la dirección
correcta. La Iglesia te invita a mejor tu relación con Dios por la oración, la
meditación de su Palabra y el control de ti mismo; y te anima a practicar con
generosidad las obras de misericordia espirituales y corporales. La Madre
Teresa de Calcuta proponía dar “hasta que te duela el bolsillo”.
Si ponemos todo el empeño en tener llegamos a cegarnos y no vemos lo esencial. Dios no es una tormenta que pasa por nuestra vida para espabilarnos, Dios es un susurro que se ofrece a quienes quieren oírle. Cuando solos capaces de escuchar ese susurro, se abre el corazón y el tener pasa a un segundo lugar.
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