COMPARTIR
Había
una vez un rey que tenía una central hidroeléctrica para él solo. Y por las
noches iluminaba su palacio de cristal para que todos lo vieran como una luz en
la oscuridad. Todos lo alababan y se sentía orgulloso. Pero su corazón estaba
en tinieblas, porque le faltaba amor. Un día, visitando su reino, se encontró
con un hombre pobre, alegre y sonriente. El rey le preguntó:
—
¿Eres feliz?
—
Sí, le respondió, porque tengo la luz de Dios dentro de mí.
—
Y ¿cómo se consigue tener esa luz en el corazón?
—
Amando a los demás. El amor es luz del alma.
El
rey se quedó pensativo y, cuando volvió a su palacio, decidió amar a los demás
y compartir con ellos el tesoro de la luz eléctrica, que hasta entonces había
guardado celosamente para él. Y al dar luz, recibió luz. Y al amar, recibió
amor y se sintió feliz. Quizás tú has sido egoísta guardándote muchas cosas
para ti solo. Y no eres feliz. Ya sabes el camino: dar luz y amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario