LA MUERTE
"La
muerte es una experiencia que concierne a todas las familias, sin ninguna
excepción. Es parte de la vida; sin embargo, cuando toca a los afectos
familiares, la muerte no nos parece jamás natural. Para los padres,
sobrevivir a los propios hijos es algo particularmente desgarrador, que
contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la
familia misma. La pérdida de un hijo o de una hija es como si detuviera el
tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el futuro. En esta fe,
podemos consolarnos unos a otros, sabiendo que el Señor ha vencido la muerte de
una vez por todas. Nuestros seres queridos no desaparecieron en la oscuridad de
la nada: la esperanza nos asegura que ellos están en las manos buenas y fuertes
de Dios. El amor es más fuerte que la muerte. Por esto el camino es hacer
crecer el amor, hacerlo más sólido, y el amor nos custodiará hasta el día en el
cual cada lágrima será secada, cuando “no habrá más muerte, ni pena, ni queja,
ni dolor” (Ap 21,4). Hoy es necesario que los Pastores y todos los cristianos
expresen de manera más concreta el sentido de la fe en relación a la
experiencia familiar del luto. No se debe negar el derecho al llanto… ¡Debemos
llorar en el luto! También Jesús “rompió a llorar” y estaba “profundamente
turbado” por el grave luto de una familia que amaba (Jn 11,33-37)."
Papa Francisco
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