EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

martes, 22 de septiembre de 2015

HOY...

LOS PEQUEÑOS SERMONES


La anécdota de san Francisco de Asís que ofrecemos hoy puede iluminarnos mucho acerca de cómo podemos influir poderosamente en nuestro ambiente por medio de nuestras actitudes, gestos y acciones. Los que están a nuestro alrededor recepcionan todo lo que hacemos y pueden recibir de nosotros invitaciones al bien o al mal, a la alegría o a la tristeza, a la generosidad o al egoísmo.

En un día lleno de sol san Francisco de Asís invitó a un fraile joven a que lo acompañara a la ciudad para predicar. Se pusieron en camino y recorrieron las principales calles, devolviendo amistosamente el saludo a quienes se acercaban. De vez en cuando se detenían para acariciar a un niño o para hablar con alguno. Durante todo el paseo san Francisco y el fraile mantuvieron entre ellos una animada conversación. Después de haber caminado durante un largo rato, el fraile joven pareció inquieto y le preguntó a san Francisco dónde y cuándo comenzarían su predicación. —Hemos estado predicando desde que atravesamos las puertas del convento —le replicó el santo—, ¿no has visto cómo la gente observaba nuestra alegría y se sentía consolada con nuestros saludos y sonrisas? ¿No has advertido lo alegres que conversábamos entre nosotros, durante todo el paseo? Si estos no son unos pequeños sermones, ¿qué es lo que son?


Jesús en el Evangelio nos invita a ser luz en nuestro ambiente: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mateo, 5, 17). Animamos a introducir en nuestra vida estos “pequeños sermones” para volver más luminoso nuestro mundo. 

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