LA ESPADA DE DAMOCLES
No
envidies a los poderosos, o a las estrellas o astros del cine, del deporte, o
de la vida social. La envidia es como un resentimiento irracional causado por
desear el bien ajeno, un disgusto oscuro que provoca la elevada posición de una
persona, o el brillo de sus cualidades. Detrás de la envidia hay una
incapacidad de reconocer los propios límites y carencias.
Damocles,
era un adulador cortesano de Dionisio, tirano de Siracusa (siglo IV a.
C.). Había propagado que Dionisio era un mimado de la suerte al disponer de tan
gran poder y riqueza. El tirano para darle un escarmiento, le ofreció
intercambiar con él por un día sus tareas. Así podría disfrutar de absoluto
poder. Esa misma tarde Damocles celebró un opíparo banquete donde fue servido
como un rey. Cuando a mitad de la comida miró hacia arriba y reparó en la
afilada espada que colgaba de un finísimo hilo sobre su cabeza, empalideció de
repente y perdió las ganas de seguir comiendo. Pidió al tirano abandonar su
puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan dichoso.
No te compares con los demás, porque todo humano
tiene sus cruces y problemas, sus días de sol y de nublados, su tiempo de reír
y de llorar. Enumera tus bienes y agradécelos al Señor. Que el Espíritu Santo
te dé sabiduría y prudencia para liberarte de la funesta envidia.
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