EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

jueves, 31 de marzo de 2016

HOY... UNA ENTREVISTA

EL SISTEMA EDUCATIVO



Ricardo Moreno Castillo (Madrid, 1950), licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía, ha hecho de la educación un motivo de batalla intelectual a través de reflexiones que ha plasmado en obras como ‘Panfleto antipedagógico’ (2006) y ‘De la buena y la mala educación’ (2008). En su último libro –‘La conjura de los ignorantes’–, ajusta cuentas con quienes considera responsables del «desastre educativo español», que se ha convertido, a su juicio, en el primer problema del país, y carga contra lo que denomina «la secta pedagógica», impulsora de la LOGSE.

¿Qué le lleva a defender que la educación se ha convertido en la carencia más importante?
–Que tenemos un montón de jóvenes no ya en paro, sino sin posibilidad de trabajar cuando la crisis remita. Son muchas las personas que tienen un título universitario y no saben nada. Tenemos licenciados con muy poquita formación debido a que hay un excesivo número de Universidades que compiten a la baja por captar alumnos, porque si se ponen serias en exigencia, se quedarían sin estudiantes. El nivel es bajísimo; hay gente en Ingeniería, Física y Matemáticas que tienen problemas con el sistema métrico decimal.


¿A qué achaca esa caída en el nivel cultural de los estudiantes?
–A que en 1990 se aprobó una reforma absolutamente disparatada, se empeñaron en unificar la educación por decreto hasta los 16 años. Está bien que sea hasta esa edad, pero si metes en un aula a chicos que quieren aprender con otros que no tienen el menor interés, al final arruinas la clase. Ahora mismo, un alumno que termine a los 16 años está menos preparado que en el sistema anterior, cuando llegaban al instituto con 14 años. Y esto es debido a una pedagogía equivocada de creer que todo tiene que ser muy motivador y a que a los estudiantes no se les explica que el futuro depende de su esfuerzo.

¿Qué alternativa habría que dar a quienes no están interesados en estudiar hasta los 16 años?
–Una formación profesional digna pero más temprana. Un buen bachillerato realmente bueno tendría que tener seis años; a partir de los 12 años al que se empeña en no estudiar es mejor darle otras posibilidades.

¿Por qué dice que la nueva pedagogía destruye al alumno?
–Decimos que un profesor es buen pedagogo cuando sabe enseñar, pero cuando eso se convierte en ciencia pasa a ser cháchara que ha vaciado la enseñanza. Entre otras cosas, porque hay un desprecio absoluto por los conocimientos. Esos pedagogos dicen que lo importante es la educación emocional, las habilidades... entonces si no son esenciales los conocimientos, ¿qué es lo importante en una escuela? Los pedagogos han acabado con la enseñanza pública en este país. La palabra pedagogía significaba hasta hace poco el arte de enseñar, que depende de la capacidad de hablar claro y saber escuchar, de entusiasmarse y entusiasmar, de combinar cierta dosis de autoridad y buenas maneras con la serenidad, y eso son cosas que se pueden aprender observando a los buenos profesores, pero no se pueden enseñar. Es como si queremos convertir en ciencia el arte de hacer amigos.

Apoyándose en una frase de Antonio Muñoz Molina dice que la pedagogía es un lenguaje sin contenido, una jerga y no una ciencia.
–Al pie de la letra la comparto. En el libro exhibo los textos de catedráticos de Universidad que pretenden enseñar a los futuros profesores. Son de carcajada. Estamos pagando catedráticos de estupidez. Esto es posible porque a la gente ignorante le gusta el lenguaje críptico que le hace sentirse interesante e importante. La reforma educativa de la LOGSE fue hecha por personas que despreciaban el saber y envidiaban a los que saben.

A Álvaro Marchesi, el ideólogo de la Logse que aprobó el Gobierno del PSOE en 1990, le considera padre del desastre educativo.
–Completamente. Era el secretario de Estado de Educación cuando se hizo esto. Es alguien que, considerándose progresista, da por sentado que los que pensamos al revés que él somos reaccionarios. Me llama la atención que muchos adeptos a la reforma mandan a sus hijos a colegios privados, donde hay más disciplina. Los experimentos pedagógicos son más divertidos con los hijos de los demás, claro. Más de la mitad del camino hacia el éxito depende del esfuerzo del alumno.

¿Por qué culpa al sistema de no amparar a los buenos estudiantes?
–Es que están más protegidos los alumnos que no dejan estudiar a sus compañeros que los que quieren aprender. Incluso en casos de acoso, el agresor ha sido tratado con tantos miramientos que es el agredido quien ha tenido que cambiar de centro educativo. Eso se debe a una visión idealista de la infancia, que no tiene en cuenta que un menor puede ser una mala persona. Y un agresor lo es.

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