EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

domingo, 22 de mayo de 2016

HOY... EL EVANGELIO

MISTERIO TRINITARIO



En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo comenzamos todas nuestras celebraciones y en la eucaristía que estamos celebrando, le pedimos al Padre por medio de Jesús nuestro Señor y con la fuerza del Espíritu, que nos congregue en la unidad y santifique los dones, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo. El Credo nos dice que Dios es uno y trino, un Dios en tres personas, pero esto no es sólo una fórmula teológica, debe ser una experiencia, ¿ entonces qué significa esta fiesta?
En el evangelio de San Juan de hoy( 16, 12-15) podemos pensar que la Trinidad es un misterio, de Dios sólo se puede hablar de forma aproximada y de su experiencia lo mismo. Siempre es difícil hablar de Dios y siempre corremos el riesgo de terminar hablando de nosotros mismos como si fuéramos dioses, o como si Dios fuese igual que un hombre. Sabemos muy poco de Dios… dice San Agustín: “Si piensas que has comprendido, entonces no es Dios, al que has comprendido” Pero conocemos lo suficiente a través del Hijo, para no perder el tiempo en discusiones inútiles.
Nuestro Dios es comunidad, es familia, no está solo: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, por que recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”. Escuchan, toman, se comunican, tienen en común, anuncian, el reflejo de la Trinidad está en la comunidad.
Hoy es bueno recordar las palabras del Papa Francisco en “Laudato Sí”, nº 238 - 240, la cita es un poco larga pero resume lo que queremos celebrar: “El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo, animando y suscitando nuevos caminos. El mundo fue creado por las tres Personas como un único principio divino, pero cada una de ellas, realiza esta obra común según su propiedad personal. Por eso, cuando contemplamos con admiración el universo en su grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad.
Para los cristianos, creer en un solo Dios que es comunión trinitaria, lleva a pensar que toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria. San Buenaventura llegó a decir que el ser humano, antes del pecado, podía descubrir cómo cada criatura «testifica que Dios es trino». El reflejo de la Trinidad se podía reconocer en la naturaleza «cuando ni ese libro era oscuro para el hombre, ni el ojo del hombre se había enturbiado». El santo franciscano nos enseña, que toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria, tan real, que podría ser espontáneamente contemplada si la mirada del ser humano no fuera limitada, oscura y frágil. Así nos indica el desafío de tratar de leer la realidad en clave trinitaria.
Es día de alabar, de agradecer, estamos en camino y aún tenemos mucho que comprender, aunque como nos dice la segunda lectura: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.

Julio César Rioja, cmf

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