EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

domingo, 14 de agosto de 2016

HOY... EL EVANGELIO (Lc 12, 49-53)

DIVISIÓN


La presencia de Jesús en nuestras vidas, no es algo indiferente para nosotros, ni para los que nos rodean, si lo fuera, tendríamos que dudar de que no sea más que un barniz superficial. Ha venido a traer fuego y el fuego quema, purifica, acrisola. Quiere prenderlo en el mundo, es el ardor por el Reino, por la evangelización, por transmitir el mensaje de Dios. En este sentido nosotros no somos bomberos, somos más bien pirómanos: “¡Ojalá estuviera ya ardiendo!”. El fuego pues, puede ser un elemento de destrucción o de purificación, en el contexto del evangelio de hoy, parece ser una fuerza positiva de transformación.
“¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división”. Nuestro bautismo si tuviera la fuerza de este fuego, (las llamas del Espíritu Santo del Bautismo y la Confirmación), en una sociedad como la nuestra ocasionaría inevitablemente conflictos y división. Pero la mayoría de nosotros estamos mejor instalados, no en la denuncia, sino en la justificación del sistema, votamos a políticos impresentables y a los que sufren la precariedad, la pobreza, el desahucio, les mandamos a Cáritas. Escuchamos en el Evangelio o predicamos en las iglesias una cosa, pero cuando salimos fuera, nos unimos al criterio de la mayoría sobre los extranjeros, los bancos, la corrupción… Mejor no crear división, vivir la paz de los cementerios y llamar a los demás populistas, (no decían algo parecido de Jesús, que soliviantaba al pueblo).
Lucas, todo esto lo traslada a la familia, una de las instituciones básica en la sociedad: “En adelante una familia de cinco estará dividida…”, madres, padres, hijos, hijas, suegras, nueras, lo que llamamos la familia de sangre, que parece que es lo que da más identidad y pertenencia, se dividirá a causa del seguimiento. En el Evangelio, aparecen dos tipos diferentes de familia en muchas ocasiones, la basada en el parentesco, la tradicional, la civil y la familia comunitaria basada en el discipulado, recordemos: “¿Quién son mi madre y mis hermanos?”. Jesús parece dar más importancia a este segundo tipo de relaciones.
En la familia habitual pueden ponerse unos contra otros, a cierto nivel, vemos que en nuestras familias no todos son creyentes, ni van a la Iglesia o vivimos de la misma manera, ni usamos los mismos criterios o prácticas. Hoy la familia está viviendo un momento de cambios profundos y no sólo en el aspecto religioso. La propuesta de Jesús se basa en el riesgo y la libertad, es un proyecto de humanización. Todos sabemos que este camino, cuesta a veces, sangre, sudor y lágrimas, también dentro de nuestras familias, (cuantas insistencias, oraciones, testimonios, palabras y no hay cambios de parecer, más bien parecen oponerse más). Será doloroso, son de los nuestros, pero merece la pena.

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