HOY...

PADRES E HIJOS

Sorprendentemente, en gran parte de los consejos populares que se brindan actualmente a los padres se ignora el mundo de las emociones. 

Por el contrario, éstos se basan en teorías educativas que abordan la mala conducta de los niños, pero dejan de lado los sentimientos que subyacen a dicha conducta. 

Sin embargo, el objetivo último de la educación de los niños no debería ser simplemente tener un niño obediente y dócil. 

La mayoría de los padres esperan mucho más de sus hijos. Quieren que sus hijos sean personas morales y responsables que cooperan con la sociedad, que tengan la fuerza de llevar a cabo sus propias elecciones en la vida, que gocen de los logros de sus propios talentos, que disfruten de la vida y los placeres que esta puede ofrecer, que tengan buenas relaciones con los amigos y matrimonios satisfactorios y que ellos mismos se conviertan en buenos padres.

Los padres dedicados a la capacitación emocional tenían hijos que más tarde se convertían en lo que Daniel Goleman llamó personas “emocionalmente inteligentes”.

Estos niños capacitados mostraban más aptitudes generales en el área de sus propias emociones que los niños que no eran preparados por sus padres. 

Dichas capacidades incluían la posibilidad de regular sus propios estados emocionales. 

Los niños podían tranquilizarse mejor cuando se sentían perturbados. Podían calmar su corazón con mayor rapidez.

Gracias al desempeño superior en ese aspecto fisiológico que permite calmarse a sí mismos, tenían una menor cantidad de enfermedades infecciosas. 

. Mostraban una mejor concentración. 

. Se relacionaban mejor con otras personas, aun en las situaciones sociales difíciles que tenían que enfrentar en medio de la niñez, tales como ser el blanco de burlas, en las que ser totalmente emocionales representa una desventaja y no una ventaja. 

. Comprendían mejor a la gente. 

. Tenían mejores amistades con otros niños. 

. También eran mejores en la escuela en situaciones que requerían determinado desempeño académico.