ORA
La solución para todos nuestros problemas y
necesidades es la oración, porque quien reza pone en movimiento al mismo Dios,
a la Virgen, a innumerables Ángeles y Santos, y también a las Almas del
Purgatorio, todos los cuales intervienen a su debido tiempo para arreglar
nuestras cosas de la mejor manera.
No perdamos más tiempo engañados por el diablo, que
nos distrae de la oración con vanos pretextos, incluso aparentemente justos,
porque nuestra vida y la vida de muchas personas dependen de nuestra oración
confiada.
La misma Santísima Virgen ha dicho en uno de sus
mensajes que la oración es más poderosa que las reacciones atómicas en cadena,
porque una oración elevada al Cielo moviliza todos los reinos, espiritual,
corporal, mental, etc., de modo que sólo en el Cielo entenderemos la
grandiosidad de lo que obramos con nuestra oración perseverante.
Si nos ponemos a pensar un poco en nuestra vida, y en
que quizás de un tiempo a esta parte se nos ha complicado nuestra existencia y
quizás también la vida y existencia de aquellos que amamos, nos daremos cuenta
de que probablemente hemos aflojado en la oración. O la hemos dejado para la
última hora del día, y el último lugar en nuestra vida. Sí. Hemos dejado de
lado la oración, o al menos no le hemos dado el puesto que se merece: el
primero.
Estamos tan acostumbrados a creer que todo se hace con
las solas fuerzas humanas y de la ciencia, que fuimos conducidos a creer que la oración es una pérdida de tiempo, y que hay que hacer, hacer y
hacer.
Sin embargo nosotros debemos responderle al diablo con
lo siguiente: Hay que rezar, rezar y rezar. Los santos convertían muchas almas
porque el centro de su jornada era la oración, y empleaban el mayor tiempo en
rezar. ¡Qué diferentes de nosotros, que dedicamos tan poco a la oración, quizás
porque hemos sido un poco engañados por el Mal, o también porque nadie nos
abrió los ojos y no hemos caído en la cuenta de que la oración es lo principal
en la vida cristiana!
Con la oración se consiguen toda clase de bienes, se
evitan toda clase de males, y nadie que rece con perseverancia se verá vencido
por la desgracia y el mal. Es promesa de la Virgen para quien reza todos los
días el Rosario. Y también se puede extender esta promesa a toda oración hecha
con el corazón y con amor.
Estamos a tiempo todavía. Dios nos está llamando a que
retomemos la saludable costumbre de rezar mucho, como quizás lo hacíamos antes,
para colmarnos de gracias y dones maravillosos y encauzar toda nuestra vida, y
las vidas de quienes amamos, por el camino del bien.
Y para terminar viene muy bien citar la frase
magistral de San Padre Pío de Pietrelcina: “Reza, ten fe y no te preocupes”.
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