EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

sábado, 17 de diciembre de 2016

HOY...

Requisitos para la oración conyugal


Y ante todo, para que pueda hablarse de oración “conyugal”, es necesario que haya cónyuges, matrimonio verdadero, es decir un hombre y una mujer unidos no sólo materialmente, sino espiritualmente -la unión visible será el signo de la unión de sus almas.
Una disposición previa se requiere: que a la hora de la oración cese todo disentimiento, que la paz entre los cónyuges se restablezca, si fuera necesario. En un hogar que ha respondido a nuestra encuesta, los esposos comienzan siempre su plegaria conyugal diciendo tres veces, como el sacerdote en el altar: «Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros; danos la paz.» Y, como el sacerdote y el diácono en la misa solemne, se den ellos también el beso de paz.
Segunda disposición: que marido y mujer renueven su fe en el pacto que Cristo ha establecido con ellos, en su presencia en medio de ellos. Que se den cuenta de que Cristo está impaciente por alabar al Padre por ellos, que se han puesto a su servicio.
Tercera disposición: que escuchen a Cristo, a la vez. ¿Cómo, podrán rezar como Cristo, y en unión de Él, si ante todo no se han esforzado por comprender sus pensamientos, sus sentimientos, sus intenciones para hacerlos suyos y manifestárselos a Dios?
¡Escuchar a Cristo! Esto quiere decir: comenzar la oración por una lectura de la Biblia; luego callarse y meditar juntos. En seguida, buscar el pensamiento del Señor sobre la jornada que ya se escapa y sobre la que viene mañana. Y entonces, y solamente entonces, habiendo ya escuchado y comprendido, hablar a Dios, hablarle espontáneamente, manifestarle pensamientos y sentimientos con la sencillez de un niño que se dirige a sus padres. Será bueno también echar mano de las oraciones litúrgicas, con las cuales desea la Iglesia guiar nuestra oración personal.
 Extracto del libro El Matrimonio ese gran Sacramento, de Henri Caffarel

No hay comentarios:

Publicar un comentario