EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

sábado, 11 de marzo de 2017

HOY... UN TESTIMONIO

PRIMEREANDO


El Miércoles de Ceniza comenzó la Cuaresma. Ese tiempo propicio para orar, para reflexionar, pedir perdón, perdonar. Tiempo de conversión.

Muchos de nosotros, es posible, que en un momento dado, ante una enfermedad grave o una situación límite como la muerte de un ser amado, nos hayamos enfrentado a crisis y planteado preguntas: ¿Y ahora, qué? ¿Hay algo detrás de la muerte? La resurrección, ¿qué significado tiene? ¿Es un sedante para no desesperar? ¿O es una prueba de amor tan maravillosa que resulta increíble?

Estamos en Cuaresma. Caminamos hacia la Pascua. Para el Pueblo Judío, la Pascua significaba el paso del Mar Rojo rumbo a la Tierra Prometida; el paso de la esclavitud a la libertad. Para los cristianos, Pascua significa el paso de la muerte a la vida. Cristo muere por amor y por amor resucita probando con ello que el amor vence a la muerte.

Hoy, con el avance de la ciencia y la técnica, cuando la psicología ayuda a conocernos más, a solucionar problemas, complejos y otras yerbas, es fácil que se llegue a pensar y a creer que el demonio y el pecado, ya no tienen vigencia en nuestro mundo actual, que no existen, que son  frutos de la ignorancia, de la tradición, cosas del pasado. ¡Es tan inteligente el tentador que busca la manera más convincente para apartarnos de la verdad, para alejarnos del bien!

Pero está claro que si no nos reconocemos pecadores no vamos a convertirnos, no vamos a volver los ojos hacia Aquel que nos busca incansablemente, pidiendo una respuesta de amor a cambio de su entrega absoluta. Que desea más que nadie nuestra felicidad. Que nos invita a salir de nuestro letargo, de nuestra comodidad e involucrarnos, llevando con nosotros la alegría del Evangelio. Nos invita a “primerear” porque Él primereó primero, valga la redundancia.

El Papa Francisco en la Evangelii Gaudium (1, 24) emplea el neologismo “primereando”. ¡Me gusta! Él se refiere a que la comunidad evangelizadora ha experimentado el amor de Jesús, su infinita misericordia y por eso “sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos”, obedeciendo al mandato misionero de Jesús.

Por el Bautismo es posible vivir como hombres nuevos, resucitados. Por eso, para el cristiano creer en la resurrección significa vivir en plenitud, responsablemente, asumiendo cada día el compromiso de amor sellado en el Bautismo. Significa tener como meta la santidad. Significa esperanza. Saberse pecador y luchar para ser mejor cada día. Pedir perdón y perdonar de corazón. Significa creer  en  la continuidad de la vida recibida en el Bautismo, en la vida para siempre cara a cara con el Amor. Significa tener el coraje de “primerear” siempre cuando se trate de dar testimonio de su fe, siguiendo las huellas de esa Madre  primereadora, que el Señor le regaló al pie de la cruz para que lo guíe por el camino de la verdad, del bien, de la alegría, del verdadero amor.

¡Bendecida Cuaresma para todos!

Ana María Casal

(Pequeñas Semillitas)

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