EL INCENDIO
Una vez se estaba incendiando un edificio de 9 pisos
en el centro de una ciudad muy importante. Los inquilinos, al enterarse de que
el edificio estaba en llamas, rápidamente salieron de sus apartamentos, a
excepción de un niño de 8 años de edad que dormía en el octavo piso, pues su
papá había salido a comprar y su mamá estaba de viaje.
El fuego crecía cada vez más e iba subiendo piso por
piso. Los bomberos intentaban apagarlo, pero sus enormes esfuerzos no se
traducían en resultados. El edificio estaba totalmente en llamas y los bomberos
pidieron refuerzos a otras unidades de la ciudad.
El drama aumentó cuando los bomberos se dieron cuenta
que había un niño en el octavo piso y el fuego crecía, iba ya por el quinto
piso. De repente, apareció el padre del niño, que se estremeció ante la
situación. Los bomberos realizaron un último intento, pero las escaleras no
podían llegar hasta las paredes del edificio por haber fuego en todas ellas. En
ese momento, se escucharon los llantos del niño, gritando
- ¡Papi! ¡Tengo miedo!
El padre lo escuchaba y llorando le dijo:
- ¡Hijo! No tengas miedo, yo estoy aquí abajo. ¡No
tengas miedo! Pero el niño no lo miraba:
- Papi, no te veo, solo veo humo y fuego.
Pero el padre sabía que estaba ahí, en la ventana,
porque el fuego lo iluminaba.
- Pero yo sí te veo, hijo. Hijo, ¿sabes qué debes de
hacer? Tírate, que aquí te agarramos todos los que estamos abajo,
¡Tírate!
El hijo le dijo:
- Pero yo no te veo.
El Padre contestó.
- Sabes cómo lo debes de hacer, ¡cierra los ojos y
lánzate!
El niño le contestó:
- ¡Papi no te veo, pero allá voy!
Y cuando el niño se lanzó abajo, lo rescataron.
Entonces, el Padre lo abrazó y lloró con el hijo, juntos pero muy contentos.
El hijo comprendió que hay veces que al Padre no se le
ve, pero sus palabras son suficientes para confiar en él.
Así es nuestra vida. Muchas veces hay muchos
incendios, tenemos problemas parecidos a los de este niño y nuestro padre DIOS
nos dice: ¡Tírate! ¡Confía en mí!, y nosotros tenemos que lanzarnos aunque no
veamos nada, ni sintamos nada. Con fe tienes que salir adelante. ¡Porque solo
su palabra nos basta!
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