BAJO LA PROTECCIÓN MARÍA
Introducción.
El padre Caffarel encontró en María un modelo, el
modelo del encuentro entre Cristo y el hombre, el modelo de la santidad
perfecta; esto le conducirá a una devoción a la Virgen muy especial, no una
devoción sentimental, sino más bien la que se debe al modelo del Sí a Dios, del
Sí absoluto y voluntario, denominador común de toda su vida. Veneraba también a
María, porque ella estaba casada con José. Para él, los dos eran el ejemplo perfecto del Sí conyugal diario,
del Sí de la fidelidad en todo momento.
A partir de un libro sobre el matrimonio de José y María, los sitúa como guía y
ejemplo de santidad. Este estudio teológico del Padre Caffarel sobre este
matrimonio único, renovó el pensamiento de
la Iglesia. A partir de esta constatación, propondrá la nueva intuición
de que el matrimonio es camino de santidad por la gracia del sacramento.
La consagración de los Equipos a Nuestra Señora,
también la de otros movimientos que acompañó, es la prueba, la señal de la
importancia que tuvo la Virgen en su
vida espiritual. María es para él la Madre, la solicitud perfecta, el Sí
perfecto, la relación perfecta y santa con Cristo.
Texto de la « Lettre mensuelle des Equipes
Notre Dame, Mai 1949 » :
“Y POR ESTA RAZÓN NUESTROS EQUIPOS
SON LOS “EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA”. Me apenaría que esta apelación pareciera
una elección banal, del mismo modo que no se busca una intención mística en
nombres tales como “Librería Notre-Dame”, “Hotel Notre-Dame”, “Garaje
Notre-Dame” que proliferan por todas partes en nuestras ciudades de Francia.
Os reunís
en equipo para buscar a Cristo, para imitarlo, para servirlo. Pero no lo
conseguiríais sin una guía, y no hay ninguna mejor que la Virgen. Me gustaría
que en nuestros equipos creyeran en la todopoderosa ternura de la Virgen,
que cada matrimonio sintiera esa
confianza y esa seguridad que existe en el corazón de los niños pequeños cuando
su madre está con ellos. Querría que ésta fuera una de nuestras notas
características. El futuro estaría así asegurado.
“Y ella
los había tomado bajo su amparo.
Y bajo su tutela para la eternidad”. (Péguy)
Los
Equipos se verán así protegidos contra el intelectualismo y el espíritu crítico
—éste es uno de los primeros beneficios de la intimidad del cristiano con la
Virgen—. Los corazones permanecerán en la humildad: ¿qué podría hacer el
maligno ante Nuestra Señora? El amor fraternal reinará: siempre ocurre eso
cuando una madre está en medio de sus hijos… ¡La fuente de la alegría no se agotará,
puesto que la “Causa de nuestra alegría” estará con nosotros!
Pienso
que hay entre vosotros quienes me siguen con desconcierto, los que no han
comprendido el lugar tan excepcional que
tiene la Virgen en el catolicismo (no se ruega a Dios todopoderoso recitando un
Padrenuestro, sin a continuación
dirigirse a esta maravillosa muchacha para decirle un Ave María). Os preocupa
esta devoción, ¿no corre el riesgo de ser más sentimentalismo, que racional?
¡No tengo la pretensión de convenceros con estas pocas palabras! De todas
formas permitidme contaros el mejor sermón sobre la Virgen que jamás he
escuchado.
Conocí a
un hombre de negocios, que dirigía prospecciones de petróleo en Marruecos, en
Arabia, etc., que tenía fábricas por todas partes. Profundamente cristiano,
acababa de explicarme la gran importancia que la Virgen tenía en su vida. Quise
comprender el porqué y le pregunté: «Qué es pues para usted, la Virgen?» Cuál no fue mi sorpresa — y mi desconcierto —
al ver a este hombre tan viril perturbarse, llenársele sus ojos de lágrimas
mientras balbuceaba: «¡Mi Madre!». Inmediatamente, desvié la conversación,
avergonzado como aquel que, sin quererlo, ha sorprendido un secreto de amor,
feliz por haber encontrado por qué
nuestros bárbaros antepasados de la Edad Media tenían tal veneración para
María.
Que el
conjunto de nuestros Equipos sea una catedral a la gloria de Nuestra Señora.
¡Pongámonos a trabajar con el vigoroso entusiasmo de los constructores de la
Edad Media!
H.C.
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