EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

lunes, 15 de mayo de 2017

HOY... MENSAJE DE HENRI CAFFAREL

BAJO LA PROTECCIÓN MARÍA



Introducción.
El padre Caffarel encontró en María un modelo, el modelo del encuentro entre Cristo y el hombre, el modelo de la santidad perfecta; esto le conducirá a una devoción a la Virgen muy especial, no una devoción sentimental, sino más bien la que se debe al modelo del Sí a Dios, del Sí absoluto y voluntario, denominador común de toda su vida. Veneraba también a María, porque ella estaba casada con José. Para él, los dos eran  el ejemplo perfecto del Sí conyugal diario, del Sí de la fidelidad en  todo momento. A partir de un libro sobre el matrimonio de José y María, los sitúa como guía y ejemplo de santidad. Este estudio teológico del Padre Caffarel sobre este matrimonio único, renovó el pensamiento de  la Iglesia. A partir de esta constatación, propondrá la nueva intuición de que el matrimonio es camino de santidad por la gracia del sacramento.
La consagración de los Equipos a Nuestra Señora, también la de otros movimientos que acompañó, es la prueba, la señal de la importancia que tuvo la Virgen en su  vida espiritual. María es para él la Madre, la solicitud perfecta, el Sí perfecto, la relación perfecta y santa con Cristo.

Texto de la « Lettre mensuelle des Equipes Notre Dame, Mai 1949 » :

Y POR ESTA RAZÓN NUESTROS EQUIPOS SON LOS “EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA”. Me apenaría que esta apelación pareciera una elección banal, del mismo modo que no se busca una intención mística en nombres tales como “Librería Notre-Dame”, “Hotel Notre-Dame”, “Garaje Notre-Dame” que proliferan por todas partes en nuestras ciudades de Francia.
Os reunís en equipo para buscar a Cristo, para imitarlo, para servirlo. Pero no lo conseguiríais sin una guía, y no hay ninguna mejor que la Virgen. Me gustaría que en nuestros equipos creyeran en la todopoderosa ternura de la Virgen, que  cada matrimonio sintiera esa confianza y esa seguridad que existe en el corazón de los niños pequeños cuando su madre está con ellos. Querría que ésta fuera una de nuestras notas características. El futuro estaría así asegurado.
“Y ella los había tomado bajo su amparo. 
Y bajo su tutela para la eternidad”. (Péguy)
Los Equipos se verán así protegidos contra el intelectualismo y el espíritu crítico —éste es uno de los primeros beneficios de la intimidad del cristiano con la Virgen—. Los corazones permanecerán en la humildad: ¿qué podría hacer el maligno ante Nuestra Señora? El amor fraternal reinará: siempre ocurre eso cuando una madre está en medio de sus hijos… ¡La fuente de la alegría no se agotará, puesto que la “Causa de nuestra alegría” estará con nosotros!

Pienso que hay entre vosotros quienes me siguen con desconcierto, los que no han comprendido  el lugar tan excepcional que tiene la Virgen en el catolicismo (no se ruega a Dios todopoderoso recitando un Padrenuestro, sin  a continuación dirigirse a esta maravillosa muchacha para decirle un Ave María). Os preocupa esta devoción, ¿no corre el riesgo de ser más sentimentalismo, que racional? ¡No tengo la pretensión de convenceros con estas pocas palabras! De todas formas permitidme contaros el mejor sermón sobre la Virgen que jamás he escuchado.
Conocí a un hombre de negocios, que dirigía prospecciones de petróleo en Marruecos, en Arabia, etc., que tenía fábricas por todas partes. Profundamente cristiano, acababa de explicarme la gran importancia que la Virgen tenía en su vida. Quise comprender el porqué y le pregunté: «Qué es pues para usted, la Virgen?»  Cuál no fue mi sorpresa — y mi desconcierto — al ver a este hombre tan viril perturbarse, llenársele sus ojos de lágrimas mientras balbuceaba: «¡Mi Madre!». Inmediatamente, desvié la conversación, avergonzado como aquel que, sin quererlo, ha sorprendido un secreto de amor, feliz  por haber encontrado por qué nuestros bárbaros antepasados de la Edad Media tenían tal veneración para María.
Que el conjunto de nuestros Equipos sea una catedral a la gloria de Nuestra Señora. ¡Pongámonos a trabajar con el vigoroso entusiasmo de los constructores de la Edad Media!
H.C.

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