SABIA SINCERIDAD
Vivir con sinceridad es decidirte a hablar con la
verdad en la mano aunque a veces te cueste; a no valerte de una mentira para
salir de una dificultad o librarte de una responsabilidad; a no mentir para que
los demás piensen algo bueno de ti; a reconocer con honestidad cuando te has
equivocado sin tratar de justificarte. He aquí un camino exigente de grandeza
moral.
Una antigua leyenda china cuenta que un emperador
tenía entre sus consejeros a un sabio, por quien sentía una gran estima. Vivía
en el palacio a expensas del soberano. Por lo demás era un hombre muy humilde
y, cuando le presentaban un tema que ignoraba, aclaraba con sencillez que no
sabía nada sobre el asunto. Una vez un cortesano a quien le desagradaba esa
sinceridad, le preguntó severamente: —Pero, ¿acaso no te paga el emperador por
lo que sabes? Es verdad, —respondió el sabio con serenidad— porque si me pagara
por lo que no sé… ¡Ni las riquezas del imperio, ni las del mundo entero
bastarían!
Ser una persona que ama la verdad, aun cuando ésta te
perjudique, te reviste de gran honor. Y el honor es mejor que los honores. Urge
educar al niño a descubrir la alegría que da hablar y actuar con la verdad,
comprendiendo que no debe avergonzarse de dar testimonio sincero de ella.
Ojalá padres y maestros asuman esta tarea básica.
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