EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

martes, 15 de agosto de 2017

HOY...GUÍA

CONSEJO PARA LOS CASADOS  



El matrimonio es honorable para todos. El matrimonio es un  gran Sacramento, digo Jesucristo y en su Iglesia: es honorable en todos y en todo, es decir en todas sus partes. En todos, porque la vírgenes mismas lo deben honrar con humildad; en todos  porque es igualmente santo entre los pobres y entre los ricos; en todo, porque su origen, su fin, sus utilidades, su forma y su materia son santas. Es el vivero del cristianismo, que llena la tierra de fieles par llevar al cielo a los elegidos, si bien la conservación del bien del matrimonio es extremadamente importante para la sociedad porque es su raíz  la fuente de todas sus corrientes. (…) Yo exhorto a los casados al amor Exhorto sobre todo al amor mutuo que el Espíritu Santo les recomienda tanto en las Escrituras. Casados, no hay nada que decir: Amaos el uno al otro con un amor natural, porque las parejas de palomas lo hacen bien; ni  decir: amaos con un amor humano, porque los paganos han practicado muy bien ese amor; pero yo os digo como el gran Apóstol: Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia; mujeres, amad a vuestros maridos como la Iglesia ama a su Salvador.  Fue Dios quien llevó a Eva a nuestro primer padre y se la dio como mujer; también fue Dios, amigos míos, quien con su mano invisible hizo el nudo sagrado de  vuestro matrimonio e hizo  que os entregarais el uno al otro; ¿por qué no acariciáis un amor todo santo, todo sagrado, todo divino?  Más bien el alma se debe separar del cuerpo 

El primer efecto de este amor, es la unión indisoluble de vuestros corazones. Si uno pega dos piezas de madera, siempre y cuando la cola sea fina, la unión será tan fuerte que uno buscaría pronto las piezas de otro lado y no las que unió; pero Dios reunió al marido y a la mujer en su propia sangre y por eso es que la unión es tan fuerte que el alma del uno y la otra debería más bien separarse de su cuerpo antes que el marido de su mujer. Esta unión no es tanto del cuerpo como del corazón, del afecto y del amor.  

El corazón sellado El segundo efecto de este amor debe ser la fidelidad inviolable del uno hacia el otro. Antiguamente los sellos se gravaban en los anillos que uno lleva en los dedos, como la Escritura santa misma en testimonio ; he aquí el secreto de la ceremonia que se celebra en las bodas ; La Iglesia, con la mano  del sacerdote, bendice un anillo y lo entrega primero al hombre, como testimonio de que éste sella  y grava su corazón por el Sacramento, para que nunca jamás ni el nombre ni el amor de ninguna otra mujer pueda entrar en él mientras viva aquella a quien se le  ha entregado ; después el esposo pone el anillo en la mano de la esposa para que, recíprocamente ella sepa que jamás su corazón deberá recibir afecto de ningún otro hombre, mientras viva en la tierra aquél a quien Nuestro Señor le acaba de donar.  

El hijo, ese gran honor. El tercer fruto del matrimonio es la producción y legítima crianza de los hijos. Ese es un gran honor, oh casados, que Dios queriendo multiplicar las almas que le puedan alabar por toda la eternidad, os vuelve cooperantes de una labor tan digna por la producción de los cuerpos en los cuales El expande como gotas celestes, las almas creándolas al infundirlas en los cuerpos. (…) 

Muchas caricias recíprocas. El amor y la fidelidad juntos engendran siempre la privacidad y la confianza; por esto es que los Santos y Santas han utilizado mucho las caricias recíprocas en su matrimonio, caricias verdaderamente amorosas pero castas, tiernas, y sinceras.  Así, Isaac y Rebeca, la pareja más casta de los casados de los tiempos antiguos, fueron vistos por la ventana  acariciarse de tal manera que en ello no había nada de deshonesto.  Abimelech sabía muy bien que ellos no podían ser marido y mujer. El gran san Luis, tan riguroso en su carne y tierno en el amor de su mujer, fue casi  que culpado de ser muy abundante en sus caricias, aunque en verdad merecía más alabanza por saber rebajar su espíritu marcial y valiente a esos oficios menudos requeridos para la conservación del amor conyugal: porque esas pequeñas demostraciones de amistad pura y franca no ligan los corazones, sin embargo los acercan y sirven de disposición agrada dable para una conversación mutua. (…) 

Retomar aliento en Nuestro Señor San Gregorio Nacianceno da testimonio de los casados celebrando con una fiesta el aniversario de su matrimonio. Ciertamente yo apruebo que esta costumbre se haya introducido siempre y cuando no tenga nada que ver con las recreaciones mundanas y sensuales, sino que los maridos y mujeres, confesados y comulgados ese día,  encomienden a Dios con más fervor que el ordinario el progreso de su matrimonio, renovando los buenos propósitos de santificarlo más y más con una amistad recíproca y fidelidad, y retomando el aliento en Nuestro Señor para soportar las cargas de su vocación.  

San Francisco de Sales, obispo de Ginebra 

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