EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

viernes, 3 de mayo de 2013

HOY...

MES DE MAYO, MES DE MARÍA


El mes de mayo es elegido por la Iglesia para dedicarlo a María. Un mes de primavera, de flores, de nuevos olores, de luminosidad.
 Recordemos las palabras que Benedicto XVI, en el mes de mayo de 2010, pronunció en referencia a todo ello.
"En la Visitación de María a su prima Isabel reconocemos en ejemplo más cristalino y el camino más verdadero de nuestro camino de creyentes y el camino de la Iglesia misma. La Iglesia es por naturaleza misionera, está llamada a anunciar el Evangelio por todas partes y siempre, a transmitir la fe a cada hombre y mujer y a cada cultura. Porque la visita a su prima es, para María, un viaje misionero. Es un viaje que la lleva lejos de su casa, la empuja al mundo, a lugares extraños a sus costumbres cotidianas, de alguna forma, la hace llegar hasta los límites de donde podía llegar. Es precisamente aquí, como seres humanos cristianos, el secreto de nuestra vida. Nuestra vida, como individuos y como Iglesia, está proyectada fuera de nosotros. Nos pide que salgamos de nuestras seguridades a otros mundos, a otros lugares y ámbitos distintos, tal y como  el propio Dios le pidió en el principio a Abraham. Y en este camino nos pone junto a María como compañera de viaje y madre solícita, para darnos seguridad.
El Evangelista Lucas explica que "María permaneció con su prima Isabel unos tres meses". Estas sencillas palabras explican el objeto inmediato del viaje de María, por el Ángel sabe que su prima va a tener un hijo y como ya era anciana María le supone una ayuda concreta en los servicios cotidianos que necesitaba. Isabel se convierte así en el símbolo de tantas personas ancianas y enfermas, mejor aún, de todas las personas necesitadas de ayuda y de amor. ¡Cuántas personas lo necesitan hoy, en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestra propia ciudad!  La caridad de María no se detiene ahí, alcanza sus culmen al dar al mismo Jesús, cumpliendo su misión evangelizadora. Jesús el gran y único tesoro que debemos dar a la humanidad, es Él de quién los hombres y mujeres de nuestro tiempo sienten profunda nostalgia, aún cuando puedan ignorarlo o rechazarlo. Es de Él quién tiene gran necesidad la sociedad que vivimos, el mundo entero. A nosotros se nos ha confiado esta responsabilidad, vivámosla con alegría y compromiso para lograr una civilización donde reinen la justicia, la verdad, la libertad y el amor, pilares fundamentales e insustituibles de una verdadera convivencia ordenada y pacífica."

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