EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

jueves, 2 de mayo de 2013

HOY...

MÁS ALLÁ DEL EVEREST


Escalar es como la vida misma, existen golpes duros e intensas emociones, al ascender hacia  una meta lo que  más satisfacción nos da es el superarnos constantemente y el estar dando nuestro mejor esfuerzo.
El afán de superación del ser humano, ya sea por espíritu competitivo o por el deseo de superar un reto físico o intelectual, constituye la base para la realización de logros o metas. En cualquier actividad humana, existen personas que se atreven a intentar realizar sus más ambiciosos anhelos. La pregunta surgía una y otra vez, ¿cómo llegar a la cumbre? Con intensa dedicación, aprendiendo a lo largo del arduo camino, pero sobre todo con mucho cariño en lo que realizamos. Todos tenemos un Everest o muchos que escalar, algunos llegan más pronto que otros, lo más importante es perseverar. 
Cuando vencemos un Everest debemos preguntarnos, ¿y ahora qué, subimos a lo más alto?
Escalar es como la vida misma, existen golpes duros e intensas emociones, ascender hacia una meta nos da la satisfacción de superarnos constantemente y estar dando nuestro mejor esfuerzo. Al alpinismo se le conoce como el arte de saber sufrir, y saber hacerlo da sabor a la vida. Vivir intensamente es recibir amargos fracasos y dulces éxitos, es madrugar, desvelarse, tener cansancio, frío, hambre, miedo y sed, ese breve transcurrir de nuestro cuerpo y mente en el espacio de la vida hay que gozarlo continuamente, pero para poder hacerlo hay que soportar, y en el arte de saber sufrir es como podemos conocernos más a nosotros mismos y así tener una relación más plena con los demás.  Cuanto más incertidumbre ha habido a lo largo del ascenso, más satisfechos nos encontraremos al llegar a la meta. 

¡SEAMOS LOS MEJORES ALPINISTAS DE NUESTRA VIDA!

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