EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

martes, 29 de octubre de 2013

HOY HABLAMOS DE...

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Últimamente se oye con mucha frecuencia la expresión "Inteligencia Emocional". Y se relaciona con casi todos los ámbitos de nuestra vida. Como ocurre con todo lo nuevo, aparecen un montón de "sabios" que hablan y pontifican del asunto como si ellos lo hubieran descubierto. Quizá un poco de historia sobre el tema nos ayude a comprender mejor el término. 
Los primeros que hablaron de la inteligencia emocional fueron los profesores Peter Salovey, de la Universidad de Harvard y John Mayer, de la Universidad de New Hampshire, quienes en 1990  se basaron en los estudios anteriores de Howard Gardner y sus famosas inteligencias múltiples, que incluye 7 tipos de inteligencia, a saber: verbal, lógico-matemática, espacial, musical, cinestésica, interpersonal e intrapersonal. Con ello, los profesores citados definieron la inteligencia emocional como la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y los demás, usándolos como guía del pensamiento y de la acción.
Pero fue el libro titulado Inteligencia Emocional, escrito por Daniel Goleman quién popularizó la expresión y convirtió el libro en un auténtico bestseller. De esta forma un término que solo se trataba en el mundo científico pasó a popularizarse. Pero no puede esconderse años y años de investigación y trabajo por parte de muchas personas desconocidas y que fueron tejiendo un red de ideas y pensamientos hasta llegar  a la actualidad. 
Lo que debe quedarnos claro es que este concepto enfatiza el papel preponderante que ejercen las emociones dentro de funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a los momentos de la vida cotidiana, en especial los difíciles y las tareas importantes. En todas nuestra tareas hay una involucración emocional que puede resultar en una acción que culmine en un éxito o influir negativamente en el desarrollo final. 
Lo más importante de todo el tema es que las respuestas emocionales se pueden aprender y que, al mismo tiempo, son un ejemplo de maduración e inteligencia. Por eso, los que saben de esto recomiendan vivamente que se enseñe a los niños desde su más tierna infancia, incluso como una asignatura en los planes de estudio, porque si desde pequeños somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, la posibilidad de controlarlos es mucho mayor. Porque nuestro estado anímico está influenciado en gran medida por lo que hacemos. Un auténtico reto educativo en el que están incluidos los padres. Hablar de sentimientos a los niños les ayuda a estar capacitados para controlarlos y no ser irreflexivos. Está comprobado que el hecho de hablar sobre las propias emociones tiene un efecto sedante sobre el sistema nervioso.
Al fin y al cabo, la Inteligencia Emocional no es sino otro camino es busca de la felicidad.

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