EL AZAR CÓSMICO
¿No cabe pensar que todo el universo es, simplemente, obra
del azar?
Desde los tiempos más antiguos, el hombre se ha preguntado con
asombro cuál sería la explicación de toda esa armonía que hay en la
configuración y las leyes del universo.
Cuando el hombre de hoy -comenta José Ramón Ayllón- observa la
complejidad y perfección de los procesos bioquímicos en el interior de una
célula diminuta, o la de los más gigantescos fenómenos de movimiento y
transformación de las galaxias; cuando se asoma al mundo microfísico y propone
unas leyes que intentan explicar fenómenos que suceden a escalas de hasta una
billonésima de milímetro; o cuando profundiza en la estructura a gran escala
del universo hasta límites de más de un billón de billones de kilómetros;
contemplando todo ese grandioso espectáculo, cada día con más profundidad
gracias a los avances de la ciencia, resulta cada vez más difícil sostener que
todo obedece a una misteriosa evolución gobernada por el azar, sin ninguna
inteligencia detrás.
Allí donde existe un plan, ha de haber alguien que planifica. Y
detrás de una obra de tal complejidad y de tales proporciones, ha de haber un
creador, cuyo poder y sabiduría trasciendan cualquier medida.
Pensar que toda la armonía del universo y todas las complejas
leyes de la naturaleza son fruto del azar, sería como pensar que las andanzas
de Don Quijote de la Mancha que escribió Cervantes pudieron aparecer íntegras
sacando letras al azar de una gigantesca marmita con una sopa de letras.
Recurrir a una gigantesca casualidad para explicar las maravillas de la
naturaleza es una explicación un poco ingenua.
—¿Y no cabe pensar también, como dicen algunos, que el mundo haya
existido desde siempre?
Cuando vemos un libro, o un cuadro, o un edificio,
inmediatamente pensamos que detrás de esas obras habrá, respectivamente, un
escritor, un pintor, un arquitecto.
Y de la misma manera que a nadie se le ocurre pensar que el
Quijote surgió de una inmensa masa de letras que cayó al azar sobre unos
pliegos de papel y quedaron ordenadas precisamente de esa forma tan ingeniosa,
tampoco puede decirse que aquel edificio "está ahí desde siempre", o
que ese cuadro "se ha pintado solo", o cosas por el estilo. No
podemos sostener seriamente que el mundo "se ha hecho solo", o
"se ha creado a sí mismo". Son incongruencias que caen por su propio
peso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario