SERVIR
El poeta Rabindranath
Tagore escribió esta joya literaria: “Yo dormía y soñé que la vida era alegría.
Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio
era alegría”. Con un simpático juego de palabras alguien ha dicho: “El que no
vive para servir, no sirve para vivir”. Digámoslo crudamente: el que no sirve a
los demás, no sirve para nada…
En los tiempos de la guerra
de la Independencia de los EE. UU. y durante los preparativos para una batalla, un hombre
vestido de civil pasó cerca de un cabo, que con arrogancia daba instrucciones a
sus hombres para que levantaran una pesada viga. El hombre se detuvo y preguntó
al cabo:
—¿Por qué no les
ayuda? —Señor, —fue la indignada respuesta—, ¡soy un cabo! Murmurando una
disculpa. El desconocido se quitó el abrigo y puso manos a la obra para ayudar a
los soldados.
—Señor cabo, —dijo
cuando el trabajo quedó terminado—, siempre que no tenga usted suficientes
hombres para hacer un trabajo, llame a su General en Jefe. Tendré mucho gusto en
ayudar.
Con estas palabras, Jorge Washington se puso el abrigo y se alejó.
Ayudar y servir son
dos expresiones concretas de un amor que se brinda generosamente a los demás.
De este olvido de ti mismo, surgirá como por magia, tu propia felicidad y
alegría, tu auténtica realización. Mira, pues, a tu alrededor: cuántos hoy
necesitan de tu palabra, de tu sonrisa, de tu abrazo o simplemente de tu
compañía. ¡Procede ahora mismo, ya!
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