EL AMOR NO DEBE NACER EN LA ARENA DE LOS SENTIMIENTOS QUE VAN Y VIENEN, SINO EN LA ROCA DEL AMOR VERDADERO, EL AMOR QUE VIENE DE DIOS

(Papa Francisco)

miércoles, 20 de agosto de 2014

HOY...

LA LUCIÉRNAGA Y LA ARAÑA


 



No envidies a los poderosos, o a las estrellas o astros del cine, del deporte, o de la vida social. La envidia es como un resentimiento irracional causado por desear el bien ajeno, un disgusto oscuro que provoca la elevada posición de una persona. Detrás de la envidia hay una incapacidad de reconocer en paz los propios límites y carencias. 

Una luciérnaga, entre los yuyos, brillaba, y esta luz ofuscaba a las arañas escondidas en sus rincones obscuros. Tácitamente se coaligaron las envidiosas para siquiera tapar, ya que no la podían apagar, esa lámpara molesta. Sin ruido, la fueron envolviendo poco a poco con tantas y tan espesas telas, que, aunque siguiese prendida, no podían sus rayos traspasar el velo, y que para todos quedó como si no existiera. El silencio suele ser a veces arma tan malévola como la maledicencia.
 Daireaux.

El envidioso no percibe que su infelicidad no proviene de lo que no tiene, sino de la falta de aprecio por lo que sí posee. Hay además una falta de compromiso y responsabilidad con la propia vida, porque el celoso, pendiente de la vida de otros, no asume la propia con sus fortalezas y posibilidades reales. 

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